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Adiós a las hipotecas multidivisa: este el riesgo oculto que aún sufren los españoles y tiene solución

Piso en venta | Firma: iStock

A la hora de contratar una hipoteca lo que a una persona se le viene a la cabeza es que tendrá que elegir entre una hipoteca fija, variable o mixta. Sin embargo, existen más tipos de hipoteca, como lo son las hipotecas multidivisa.

¿Qué son las hipotecas multidivisa?

Pero… ¿Cómo funciona ese tipo de hipoteca exactamente? Se trata de un préstamo en el que las cuotas se pagan con una divisa distinta al euro. Este tipo de hipoteca se comercializó entre los años 2004 y 2008 con la ventaja de que los usuarios se podían beneficiar de los intereses más bajos que había en otros países.

Si una persona contrataba una hipoteca en yenes, por ejemplo, acababa gastando menos dinero que si hubiera optado por el euro, puesto que el yen estaba más barato en ese momento. No obstante, no todo fueron ventajas.

Hay que recordar que los valores de las divisas son muy volátiles, y ese fue precisamente el problema de este tipo de préstamos. Las monedas no siempre tienen la misma valía, por lo tanto, el riesgo de acabar pagando más de lo debido es muy alto, motivo por el que al final este tipo de hipoteca dejó de comercializarse.

Además, iAhorro recuerda que el Tribunal Supremo, basándose en el dictamen del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea (TJUE), subrayó que este tipo de hipotecas son poco transparentes, puesto que no se le informa al cliente del verdadero riesgo que conllevan. Esta fue otra razón más para desestimar el uso de estos préstamos.

En definitiva, actualmente no es posible contratar una hipoteca multidivisa, pero eso no significa que aún no existan personas con un préstamo de este tipo, debido a que aún no han pasado más de 30 o 40 años desde el periodo en el que se comercializó este producto.

¿Qué debo hacer si tengo una?

Teniendo en cuenta los riesgos que acarrea contratar una hipoteca multidivisa es normal que los usuarios que tengan este producto prefieran cambiarlo, pero… ¿Es posible?

Un principio que suelen subrayar desde el comparador hipotecario iAhorro es que una hipoteca no es un producto estanco, sino que se puede cambiar, de la misma manera que cuando a un consumidor no le gusta su operador de telefonía o luz se cambia a otro.

Para realizar esta operación existen tres métodos: novación, subrogación y cancelación. El primero consiste en negociar con el propio banco en el que se tiene la hipoteca. Si se opta por esta vía habrá que pagar una comisión por novación, la mitad de los gatos de notaría, el registro la gestoría y la tasación.

En cuanto a la subrogación, consiste en cambiar la hipoteca de banco y partir en la nueva entidad desde el punto en el que se dejó con la anterior. Dicho de otra manera, si con el banco actual quedan 15 años para pagar el préstamo en el nuevo se partirá desde ese momento. De esta manera el usuario se ahorra el hecho de tener que abrir una hipoteca desde cero. Los costes de esta operación son la tasación y una comisión por subrogación.

Por último, con la cancelación se termina de pagar la hipoteca actual y se abre una desde cero en un nuevo banco. Como se puede ver, es como una subrogación, pero la diferencia está en que optando por este método sí que se abre una hipoteca desde cero en la nueva entidad con los costes que esto lleva consigo: tasación, registro, gestoría, notaría y comisión por amortización total de la hipoteca.

¿Cuál es el mejor método?

Todo dependerá de las circunstancias de cada persona y de las características concretas de la hipoteca.

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