
Sexta jornada y final. La máxima expresión de la alegría, compañerismo, solidaridad y disfrute del ciclismo de la Ruta Xacobea AC Hotels es patrimonio de los usuarios de los tándems. El trabajo en equipo, la coordinación, el esfuerzo y las satisfacciones siempre son dobles. Sin comparación posible. Lazarillos y ciegos (pilotos y copilotos) son el alma de un grupo que hoy ha llegado a Santiago de Compostela tras más de 800 kilómetros de peregrinación ciclista.
La lección diaria de entusiasmo fue contagiosa desde la primera pedalada. "Vamos como ciegos porque si pudiéramos ver nos bajaríamos de la bici a los diez segundos", bromeaba uno de los ciclistas de mirada ausente. Hay que ponerse sobre las calas de estos deportistas de élite para hacerse una remota idea del cóctel de experiencias sensoriales que se vive sobre sus sillines. Alcanzan velocidades de más de 100 kilómetros por hora en los descensos más largos y derrochan vatios sólo al alcance de superdotados. Produce vértigo pensar que solo el quejido agónico de los frenos de disco, que también hacen las veces de claxon, pueden domeñar cabalgaduras que en conjunto superan los 200 kilos de peso. El vocabulario de a bordo es sencillo: 'hop' (arriba), 'vale' (abajo y calma), 'agua' (para echarse un trago del bidón) y 'culo' (para levantar las posaderas ante cualquier bache).
"La coordinación, el esfuerzo y las satisfacciones siempre son dobles cuando se mueven en tándems"
Dicen los que saben que, en condiciones normales, alrededor del 70% de la información que recibe cualquier persona procede de la vista, y apenas el 30% restante llega al cerebro capturado por los otros sentidos. En el caso de los ciegos, este ultimo porcentaje acapara el 100%. "Yo voy describiendo lo que veo y él relata sonidos que casi nadie se percata, como el canto de los pajarillos o el concierto simultáneo de cadenas cuando saltan de un piñón a otro".
Solo al bajar los párpados se puede disfrutar de la tibieza de la brisa o el frescor la bruma mañanera en toda su plenitud. Hoy olía a boñiga seca, heno, verde cortado y rocío. Ayer dominaba el eucalipto. Anteayer embriagaba la explosión de jara del Alto de Cebreiro. El cóctel aromático del maillot y culote del compañero ya está descontado. El sol viene a ser amable, indiferente o cabrón de la misma forma para todos, pero la intensidad calórica es infinitamente mayor entre los que no aprecian su luminosidad. La fragancia de asfalto se respira distinta en función de la hora del día y los detalles de la fricción del neumático sobre el pavimento merecerían otro tratado. El viento en el rostro, la libertad de desplazarse velozmente con la propia energía y el bienestar de practicar el deporte favorito deben ser vivencias universales, ya sea para los que tengan pocas, muchas o todas las dioptrías. "Gracias a los pilotos, porque sin ellos no podríamos montar en bici", reconoció un campeón del mundo, de Europa y oro olímpico en nombre de su colectivo.
Dos ojos que miran por cuatro
Porque si los bemoles del pasajero de atrás son considerables, el mérito del conductor no le va a la zaga. Son dos ruedas, cuatro pedales y una cadena de trasmisión. Dominar esa máquina es asunto de titanes, Como lo es gestionar la inercia de la bajada para ascender el repecho siguiente. Las trazadas en las curvas requieren de singular destreza y sentirse depositario de la confianza ciega del amigo solo esta al alcance de la gente más noble y templada. Pero si la adrenalina se desborda en los descensos salvajes, el sufrimiento también es mayúsculo en las grandes rampas. Razón tenía el escritor Miguel Delibes cuando argumentaba que "subir cuestas en bicicleta es una de las mayores maldiciones que puede soportar un hombre, escalador o no".
Fin del Camino de Santiago
Todo empezó hace seis días en Tudela, en lo que fue el prólogo de Corella. Los hayedos navarros y los campos castellanos ya quedaron en la memoria. También los fresnos del Bierzo y la permanente clorofila gallega. Hoy la música de gaiteiros ambientó la llegada a la Plaza del Obradoiro, uno de los enclaves urbanos más emocionantes de la humanidad.
Salvador Domato, párroco para peregrinos, extranjeros y vascos de Santa María la Antigua de Corticela, realizó su plegaria en el preciso espacio que hace 12 siglos habitó el ermitaño que veló la tumba del evangelizador de los españoles. Y el mismo cura recordó que el apóstol no era un santo especialmente milagrero. Así lo entiende el 90% de los peregrinos que caminan o pedalean por la ruta para "encontrarse a sí mismos", mientras que los integrantes de la Ruta Xacobea AC Hotels enriquecen la historia de sus respectivas vidas con la amistad y experiencias fraguadas a lo largo del Camino.
Tras la cena de gala en el Hotel Palacio del Carmen de Santiago de Compostela y la jovial entrega de premios, el pelotón recogió sus bártulos, siempre agradecido a AC Hotels y a su presidente ejecutivo Antonio Catalán, alma de la ruta ciclista xacobea y embajador de sólidas amistades.
Quinta etapa: Hoy tenemos que hablar de Coppi
Cuarta etapa: El ciclismo es un estado de ánimo
Tercera etapa: "He sido pobre y he sido rico, y créanme, es mejor ser rico"
Segunda etapa: La fe de Antequil llega al Camino de Santiago