
Greene Waste to Energy ultima su salto a Latinoamérica, con sendos proyectos de plantas de valorización de residuos para dos empresas de México y Chile. La firma ilicitana, que está desarrollando ya un proyecto para Creta -en la ciudad de Rethymno-, planea acompañar esta expansión con la creación de delegaciones o filiales -sola o junto a socios locales-, para dar cobertura al proceso de desarrollo y gestión de las plantas: desde el diseño y fabricación, a su puesta en marcha, operatividad y mantenimiento. "Estamos en la fase de afianzar el salto de startup tecnológica a empresa consolidada", destaca Jesús Martínez, director comercial de Greene. (Puede leer más contenidos en la revista digital gratuita elEconomista Comunitat Valenciana).
El proyecto, que dio sus primeros pasos en 2003 de la mano de cuatro emprendedores del sector químico, se constituyó como empresa en 2011 para dar respuesta a las necesidades de ayuntamientos, gestores de residuos, explotaciones agrícolas e industrias con consumos energéticos elevados que quieren reducir su dependencia del petróleo y sus derivados, ofreciendo una solución para residuos no reciclables.
En la primera ronda de financiación, logró el respaldo del que es su inversor de referencia, Agroinvest -propiedad del empresario Carlos Castellanos- y ha captado fondos europeos Life para varios de sus proyectos.
Además de Creta y Latinoamérica, la firma está, también, trabajando en plantas de obtención de gas sintético (syngás) en Croacia y ha presentado su tecnología en países de otras áreas geográficas, como Asia y Oriente Medio (Irán).Martínez detalla que, actualmente, en torno a la mitad de sus clientes son administraciones públicas y, la otra mitad, empresas. Entre sus objetivos a futuro, está el desarrollo y explotación de plantas propias.
Además de los proyectos internacionales, Greene está en proceso de negociación de varios contratos en toda España, "que supondrán un importante salto cualitativo y cuantitativo en 2019". "El nuevo contexto normativo, tanto europeo como nacional -con los objetivos 2030 y la apuesta por la economía circular-, supone un impulso para este tipo de soluciones. En el caso de la Comunitat Valenciana, el Plan Integral de Residuos (PIR) incentiva la revalorización. Confiamos en que no se den situaciones como las que hemos sufrido en el pasado, con cambios de criterio políticos en materia de energías renovables", apunta Martínez.
Para abordar estos planes de crecimiento, la firma, que tiene su sede en Elche Parque Industrial, está valorando la posibilidad de abordar una nueva ronda de financiación, que supondría la entrada de más inversores. "Hemos recibido contactos de potenciales interesados y, aunque no hemos tomado aún una decisión, es una opción que está sobre la mesa", detalla.
En 2017, el Grupo Suez hizo una due diligence de la tecnología de Greene y le concedió un préstamo participativo de 2,5 millones para una planta.
Además, la mayor actividad vendrá acompañada de un refuerzo de la plantilla de la firma, actualmente integrada por unos 20 profesionales. En 2019, podrían incorporarse entre 10 y 15 personas más.
Greene Waste to Energy ha desarrollado una tecnología propia que permite tratar residuos sólidos urbanos -incluyendo plásticos no reciclables-, residuos industriales o de la agricultura (biomasa) y lodos procedentes de plantas depuradoras para generar energía eléctrica o térmica o producir otros productos de alto valor añadido, como gas recuperado, metanol o hidrocarburos (líquidos o sólidos), que pueden usarse como combustible. Además, las cenizas obtenidas durante el proceso pueden emplearse como material de construcción, fertilizante o en procesos como la fabricación de vidrio. De este modo, se logra reducir el volumen de residuos en vertederos, "con un impacto al medio ambiente cercano a cero. Convertimos un problema en una oportunidad", indica el directivo.
La compañía afirma que su tecnología permite reducir hasta el 90 por ciento los residuos sólidos urbanos que van directamente a vertedero y no generan ningún valor y hasta el 80 por ciento en el caso de los lodos de depuradoras de agua.
El proceso de gasificación de Greene Waste to Energy está protegido mediante patente mundial y por cada kilo de residuo que procesa obtiene, aproximadamente, un kilovatio de energía eléctrica y más de 1,5 kilovatios de energía térmica.
Relación coste/rentabilidad
En función del volumen de residuos a procesar, Greene dimensiona sus plantas, para que "el rendimiento coste/rentabilidad quede maximizado. Las plantas suponen una inversión de cierta magnitud -una de 500 MW puede requerir dos millones de euros-.
La vida media ronda los 20 años -puede variar en función del tipo de residuo tratado-, con un plazo medio de amortización de la inversión inicial de entre siete u ocho años", detalla el responsable comercial de la compañía.
La propuesta de Greene es respetuosa con las directrices de la Unión Europea que marcan el principio de las cuatro R: reciclaje, reducción, reutilización y revalorización energética, y permite trabajar bajo el entorno de los conceptos de economía circular. Se genera energía sin generar gases que incrementa el efecto invernadero que causa el cambio climáticoLa planta de Creta, financiada por la Unión Europea y que cuenta con un presupuesto de 2 millones de euros, estará operativa en 2019.
Aprovechará los lodos procedentes de la depuradora de la ciudad de Rethymno para convertirlos en energía, de modo que se reduzca en un 80 por ciento los residuos no utilizados y se limite la contaminación que generan. El gas obtenido se transformará en electricidad y calor, mediante un proceso de cogeneración, y permitirá importantes ahorros energéticos en la depuradora, ya que se producirá energía eléctrica suficiente para autoabastecer su operación y mantenimiento, y se dará salida a un residuo que no tiene un destino inmediato, más allá del vertedero.
Este proceso de gasificación de lodos es neutro en cuanto a huella de carbono.
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