
El Consorcio Regional de Transportes de Madrid ha dado el primer paso para implantar en la región un nuevo sistema que evolucione el vetusto Abono Transporte, ahora renombrado a Tarjeta Transporte Público. La Comunidad de Madrid prevé licitar el contrato para desarrollar el llamado 'billete basado en cuenta' (Account-Based Ticketing, ABT), una tecnología que ya funciona en ciudades como Londres, Singapur o Chicago, a partir del segundo trimestre de 2025. El proceso costará 25 millones de euros y se extenderá durante cinco años.
A diferencia de los sistemas tradicionales, donde el billete o la tarjeta contiene la información del viaje, el ABT almacena todos los datos en una cuenta digital centralizada (back office). El viajero se identifica mediante un token, como una tarjeta bancaria sin contacto, un móvil o una tarjeta de transporte. Solo deberá acercar el dispositivo al lector para iniciar el trayecto y, si el sistema lo requiere, volver a validarlo al salir.
Uno de los elementos clave de este modelo es el postpago: la tarifa del viaje no se carga por adelantado, sino que se calcula una vez finalizado el trayecto y se deduce después de la cuenta vinculada al usuario. Esta modalidad permite aplicar reglas como descuentos automáticos por acumulación de viajes o límites de gasto diario o semanal, asegurando que el pasajero siempre pague la tarifa más ventajosa posible sin tener que elegir previamente qué billete adquirir.
Billete único
La decisión de la región madrileña de implantar el ABT y del postpago llegan en paralelo a los planes del Gobierno de España para avanzar hacia un billete único, que permitiría utilizar toda la red de transporte público madrileña —autobuses, metro, metros ligeros y cercanías— sin necesidad de comprar títulos distintos según el operador. El objetivo de ambos sistemas es facilitar los desplazamientos, reducir la dependencia del billete físico y eliminar la necesidad de cargar saldo con antelación, adaptando el sistema al comportamiento real del viajero.
Ciudades como Londres ya utilizan este sistema desde hace más de una década. Allí, los pasajeros pueden pagar con tarjeta bancaria, móvil o la tarjeta Oyster, y el sistema calcula automáticamente la tarifa al final del día, aplicando descuentos si se superan ciertos umbrales. Singapur, con su plataforma SimplyGo, y Chicago, con el sistema Ventra, han seguido el mismo camino. En Tallin (Estonia), la tecnología Ridango permite además utilizar el ABT en museos, aparcamientos y otros servicios urbanos.
Para los pasajeros, el principal beneficio es la comodidad: no hay que comprar billetes ni entender estructuras tarifarias complejas. El sistema reconoce los desplazamientos y cobra la cantidad justa de forma automática. Para los operadores, supone una reducción de costes operativos y la posibilidad de analizar patrones de movilidad en tiempo real, lo que facilita una planificación más eficiente.
Madrid se suma así a una tendencia global hacia un transporte público más integrado, digital y flexible. Según el informe Global Mass Transit Report de 2020, más del 25% de las grandes ciudades ya han implementado ABT, y más del 35% planean hacerlo próximamente. Con el postpago como pilar del nuevo sistema, la Comunidad de Madrid se acerca a un modelo de movilidad más moderno y centrado en el usuario.