
Renfe elevó sus pérdidas en 2023 debido a la menor rentabilidad de sus trenes de alta velocidad y al empuje de la competencia. La división de Viajeros, que integra todos los servicios ferroviarios de pasajeros de la operadora pública, incrementó sus 'números rojos' hasta los 65 millones de euros, casi 14 millones más que el ejercicio anterior, cuando también perdió 51 millones.
La compañía dirigida por Raül Blanco elevó sus pérdidas un ejercicio más pese al aumento de subvenciones del Estado en unos 230 millones de euros para cubrir la gratuidad de los Cercanías y Media Distancia y los aumentos de oferta impuestos por el Ministerio de Transportes en estos servicios de proximidad. Esta circunstancia se da en un momento en que el número de viajeros transportados registró una subida interanual del 19,6%, hasta alcanzar los 523,2 millones.
La demanda de viajes creció de manera dispar: en los servicios comerciales, que incluyen los trenes de alta velocidad (AVE y Avlo) y larga distancia (Alvia o Intercity, entre otros), transportó un 2,5% más de viajeros: 30,8 millones frente a los 30 millones del 2022. Pero los ingresos de estos servicios disminuyeron 61,3 millones de euros (un 4,6% menos) debido a la creciente competencia. Así, Renfe reconoce que ha tenido que reajustar a la baja los precios de sus asientos "a fin de no perder cuota de mercado", lo que ha supuesto una caída del 6,9% en el ingreso medio por viajero.
La gratuidad de los Cercanías y Media Distancia, así como la bonificación de los trenes Avant y los descuentos del Verano Joven, provocaron que 85 millones de personas más que en 2022 hicieran uso de estos servicios subvencionados por el Estado, un 20,9% más que el año previo. Esta cifra permitió mejorar la ocupación de los trenes, pero a cambio Renfe vio cómo los ingresos por venta de estos títulos de transporte cayeron un 41,9% (-231,3 millones). Estos billetes fueron compensados con una subvención estatal por valor de 606,9 millones de euros.
Los gastos de explotación cayeron 97 millones, hasta situarse en 2.576 millones (2.673 en 2022), fruto de la reducción del gasto energético. La operadora pública también elevó sus gastos de personal en 40 millones de euros, hasta los 691 millones, en línea con el aumento de plantilla y la puesta en marcha del plan de prejubilaciones.
La ruina del negocio de carga
Las cosas no están mejor en su filial de Mercancías, que volvió a acumular pérdidas por valor de 36,1 millones de euros y sigue engordando su deuda. Aunque las cifras muestran una mejoría respecto a años anteriores (perdió 38,4 millones en 2022 y 65,2 millones en 2021), la subsidiaria de carga vio como su negocio volvía a reducirse en casi 20 millones de euros (de 202,5 a 183,1 millones). Al caer su actividad, la compañía tampoco podrá beneficiarse de los ecoincentivos al transporte procedentes de los Fondos de Recuperación.
Según reporta en su informe anual, el comportamiento de los distintos tipos de tráfico fue muy desigual. Así, mientras los tráficos de automóviles crecían un 6,8%, los intermodales se contrajeron un 11,9%, los siderúrgicos un 16,5% y los multiproducto un 8,8%. Esto se observa en los datos de tráfico: movió un 21,4% menos de contenedores (medidos en TEU), al tiempo que las toneladas transportadas se redujeron un 19,4%.
Esta pequeña contención fue posible gracias a la reducción de los gastos exteriores, aunque ha seguido incrementando sus costes de personal, que crecieron en otros 5 millones. El futuro de esta división continúa pendiente de que avancen las conversaciones entre Renfe y MSC, la naviera elegida como socia de la empresa pública para reflotar el negocio de carga.
Según ha podido conocer elEconomista.es, continúa sin haber una decisión en firme respecto al futuro de este negocio dadas las dificultades de traspasar al personal a una nueva sociedad público-privada (una opción que cobró fuerza tras reconocer Renfe que no disolvería Mercancías) y ante la probable oposición de los sindicatos. La intención de la dirección de la empresa pública pasa por "mejorar el equilibrio financiero y asegurar la sostenibilidad futura de la actividad" mediante un nuevo modelo de gestión "de la mano de un socio y en consenso con los agentes sociales".
A la espera de que se concrete, Renfe Mercancías reporta un fondo de maniobra negativo de 195,7 millones de euros y un patrimonio neto negativo de 23 millones tras más de una década en pérdidas. La compañía continúa a flote porque la dirección de Renfe aprobó a finales de 2022 un préstamo participativo por valor de 61,2 millones de euros que prorrogó el pasado año que evita que la empresa entre legalmente en causa de disolución.
Sólo el 'Rosco' está en positivo
Tampoco el resto de filiales traen grandes noticias para Renfe. La única que continúa en positivo y mejorando sus cifras es el conocido como 'Rosco', subsidiaria dedicada al alquiler de material ferroviario en desuso por parte de Renfe. Esta compañía ganó algo más de 4 millones de euros durante los pasados doce meses, unos 200.000 euros más que el año previo.
La de Proyectos Internacionales, que centra las actividades de la operadora española en el extranjero, perdió 947.000 euros en su primer año de vida tras ingresar poco más de 2 millones de euros. Su ejercicio fiscal comprendió entre el 22 de junio y el 31 de diciembre, tras ser oficialmente autorizada por el Consejo de Ministros en febrero de 2023 y aprobada por el Consejo de Renfe a finales de mayo.
Ingeniería y Mantenimiento, dedicada a la conservación y desarrollo industrial de la operadora, redujo sus pérdidas de 20,6 a 12,2 millones de euros a cierre del pasado ejercicio, tras incrementar sus ingresos en 31 millones más que el año previo.