A pesar de la recuperación del tráfico aéreo, Volotea sigue entre algodones. La compañía recibió en junio un rescate de 200 millones de euros de la SEPI para hacer frente al impacto del coronavirus y en los últimos meses ha conseguido el visto bueno de la banca para aplazar los créditos solicitados durante el periodo más duro de la pandemia. También el de dos entidades públicas, el Instituto de Crédito Oficial (ICO) y el Institut Català de Finances (ICF), con los que tiene comprometidos hasta 150 millones.
La aerolínea que dirige Carlos Muñoz se puso en contacto con sus acreedores para tratar de aplazar el pago de la deuda una vez la recuperación económica no era completa. En el ejercicio 2021, perdió 77,9 millones frente al agujero de 122 millones de la campaña 2020. Los ingresos eso sí ascendieron desde los 192,8 millones hasta los 302,4 millones.
De este modo, Volotea pidió al pool bancario formado por Banco Santander, Caixabank, Bankinter, Liberbank, BBVA e Ibercaja posponer el calendario de pagos acordado hace dos años de una financiación por valor de 144,6 millones. Los vencimientos se repartían entre 2022 y 2025, pero el nuevo acuerdo los aplazó: comenzaron el pasado mes de julio, pero se alargarán hasta 2028.
Al ser un crédito avalado por el ICO, la operadora necesitaba la aprobación del banco público. Lo tuvo, pues la entidad también salía beneficiada ya que posee el 4,93% de la empresa; un porcentaje que amplió desde el 4,48% que lucía en 2018.
Volotea sufrió un incremento del coste de la deuda con la refinanciación de los créditos
El nuevo acuerdo tampoco le salió gratis a la compañía española. Revisado en un momento en el que los tipos de interés andan al alza, los costes del nuevo crédito le supusieron un impacto negativo de 1,3 millones de euros en las cuentas de 2021 al aplicarse los tipos del nuevo esquema con efectos retroactivos.
Pero el crédito anti-pandemia avalado por el ICO no era el único que Volotea firmó en 2020. El mismo año logró otros 5 millones del Institut Català de Finances, el banco propiedad de la Generalitat de Catalunya. El pasado mes de mayo logró revisar las condiciones firmadas: extendió el periodo de carencia un año, de 2022 a 2023, y extendió la duración de la financiación de 2024 hasta 2026.
Contactada por elEconomista.es, la empresa explica que ha trabajado "intensamente con el objetivo de reequilibrar el patrimonio y preparar a la compañía para su crecimiento sano en el largo plazo, así como estar en mejor disposición de afrontar las oportunidades que se presentan".
Volotea todavía sufre tras la pandemia
La organización logra así más tiempo para hacer frente a sus compromisos financieros una vez su recuperación no es completa y acumula 200 millones de euros de pérdidas desde el inicio de la pandemia. Por ello, EY advierte de la necesidad de los 200 millones del rescate de la SEPI para la viabilidad de la firma en su última auditoría.
A 31 de diciembre, contaba con un patrimonio neto negativo de 142,2 millones de euros, lo que situaba la aerolínea en causa de disolución. No obstante, el apoyo público llegó para corregir el desequilibrio. Junto con la inyección del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, los accionistas –encabezados por Carlos Muñoz y Lázaro Ros- aportaron otros 10 millones.
La recuperación del tráfico aéreo también debería ayudar a devolver Volotea a los números negros. Para este año, la compañía aérea preparó la operativa más ambiciosa de su historia, con 11 millones de asientos –un 40% más que los 8 millones de 2019- y con la previsión de alcanzar los 9 millones de pasajeros –el 32% más que los 7,6 millones de 2019-.
Además, espera rebasar los 302 millones de ingresos del año pasado y llegar a unas ventas de 525 millones de euros; una cifra también superior a los 441 millones de 2019.