Telecomunicaciones

Tres, cuatro... o una docena ¿Suficientes o demasiadas 'telecos'?

  • La red ya no es un elemento distintivo o diferencial para los servicios básicos

El anuncio de la combinación de los negocios de MásMóvil y Orange en España ha suscitado un debate sobre la competencia en las telecomunicaciones, sobre si existe un número "óptimo" de operadores y en general sobre la evolución del mercado en los últimos años, la variedad de ofertas, su reflejo en los precios de los servicios y por ello en el gasto en los mismos de familias, empresas e instituciones, así como en los resultados de los operadores. Conviene señalar que los escenarios que se van sucediendo en el panorama de las telecomunicaciones en España son similares a los registrados en otros países de nuestro entorno.

Esto es así porque el punto de partida, con un proveedor único de telefonía fija y una pluralidad de operadores móviles a partir de la distribución del espectro radioeléctrico en las primeras licitaciones a comienzos de los años noventa, es prácticamente el mismo en todos los países de Europa, donde el proceso de liberalización de la oferta pasó primero por la comercialización indirecta de servicios (a través de los antiguos prefijos de acceso), la consolidación de los operadores móviles emergentes a través de un régimen asimétrico de precios de los costes de establecimiento y terminación de llamadas y a lo largo de la primera década de siglo, el impulso decidido a los operadores móviles virtuales para acelerar la dilución de las cuotas de mercado de los incumbentes. Por el camino los operadores de telecomunicaciones han dedicado enormes recursos a desarrollar sus respectivas bases de clientes, en la expectativa racional de que con la mayor escala de sus operaciones mejorarían sus márgenes y el retorno de sus inversiones.

Los paquetes convergentes no siempre han contribuido a mejorar los márgenes

Sin embargo, la introducción de fórmulas comerciales novedosas, como los paquetes convergentes fijo-móvil (después de sostener discursos diferenciales sobre la superioridad de la movilidad o de la banda ancha de fibra, las circunstancias han impuesto la necesidad de contar con empresas integradas que incorporen capacidades y recursos complementarios en el plano técnico -pues la telefonía móvil descansa de manera relevante en medios de la telefonía fija- y comercial -buscando la simplificación de los sistemas de facturación y los ahorros derivados de la reducción del número de facturas), la irrupción en las mismas ofertas de contenidos de pago y la presión competitiva derivada de la emulación del modelo de "bajo coste" de las aerolíneas ha hecho inviables las proyecciones lineales de ingresos y resultados en los que se asentaban modelos de negocio basados en inversiones a largo plazo y en la estabilidad y recurrencia de sus ventas.

En el mercado español quizás la peripecia más interesante haya sido protagonizada por MásMóvil, que nace como proveedor de servicios para PYMES en 1997 como Ibercom, adquiere diversas empresas de re-venta de servicios (Balada, Tiscali), se convirtió en operador móvil virtual, absorbiendo a otros (como Pepephone), accedió a infraestructura de redes propia por las ventas obligatorias derivadas de la compra de Jazztel por Orange y adquirió Yoigo ("Xfera Móviles"), preservando los activos adquiridos como elementos de su estrategia competitiva, cerrando acuerdos de colaboración con los principales operadores de red en términos cada vez más ventajosos gracias a su acertada política comercial y creciente cuota de mercado -combinando ofertas atractivas con un servicio de calidad equiparable al de los competidores-, adquiriendo Euskaltel como operador de referencia en su mercado y eventualmente trasladando al operador con el que tiene un negocio mayor en ambos sentidos la urgencia de unirse para mejorar sus respectivos resultados en un mercado saturado y cuyo valor viene contrayéndose desde 2018. Vale la pena en este sentido recordar que la mayor cifra de ingresos anual conseguida por Telefónica en España fue hace dieciséis años. De manera consistente MásMóvil ha ido enriqueciendo su conjunto de enseñas con ofertas de conectividad apenas complementadas con ofertas de dispositivos subvencionados (Yoigo) y de electricidad, diferenciadas en función del bolsillo de los clientes y en Abril pasado, según datos provisionales al escribir estas líneas, habría liderado la ganancia neta de clientes fijos, seguida por Digi, que le aventaja en la portabilidad de clientes móviles, entre tanto continúa la pérdida de cuota de los tres grandes, Orange, Telefónica y Vodafone.

La personalización y la diversidad de ofertas son rasgos del mercado actual

Afortunadamente para los usuarios de telecomunicaciones existen múltiples ofertas, no todas basadas en precio, destacando el recientemente lanzado "miMovistar" (con el uso del mismo pronombre posesivo átono de las aplicaciones de cliente de Orange y Vodafone) que a través de bloques o módulos (conectividad, TV, dispositivos, servicios varios como seguridad, salud o juegos) da un paso más en el enriquecimiento de la oferta comercial, aumentando los puntos de contacto con los clientes, con el propósito, si conviniese, de incorporar servicios masivos adicionales a medida de las preferencias individuales. Quizás esta diversidad de ofertas y la personalización de las mismas sean el rasgo definitorio del mercado actual, limitando la comparación, facilitando con ello la continuidad de los contratos y tal vez sirviendo al objetivo de "dar más por más" que ayude a preservar la calidad de los ingresos de los operadores y la sostenibilidad de sus resultados. Junto a la concentración de cuotas derivadas de la esperada combinación de Orange y MásMóvil es razonable esperar el surgimiento de un nuevo "cuarto operador". Dos empresas parecerían protagonizar ese proceso: la ya mencionada Digi y Avatel, que vienen ganando clientes de banda ancha en el hogar -con cierta inversión en redes propias y apoyadas en acuerdos de acceso mayorista- y en telecomunicaciones móviles, siendo ambas operadores móviles virtuales en la red de Telefónica. Presumiblemente se estarían preparando para hacerse cargo de posibles desinversiones de activos de Orange y MásMóvil que a modo de "remedios regulatorios" pueda requerir la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) para la aprobación de la transacción propuesta.

El proceso guardaría eventualmente cierta similitud con el que viene discurriendo en Alemania después de que Telefónica Deutschland adquiriese el operador E-Plus en 2013 y se comprometiese con las autoridades de la competencia de la UE a poner inicialmente un mínimo del 20 por ciento de la capacidad de su red móvil combinada a disposición del entonces denostado operador Drillisch, que se convertiría con ello en el primer operador móvil virtual completo del mercado alemán, al que además transfirió algo más de 100 acuerdos de franquicia comercial, contribuyendo de este modo a su desarrollo como un competidor creíble y que más tarde adquiriría espectro para 5G, con las consiguientes obligaciones de cobertura que le acercarán pronto al perfil de un operador de red. El usuario es ciertamente el beneficiario de las políticas europeas de competencia en las telecomunicaciones, tanto por la constante renovación y ampliación de las ofertas de los numerosos operadores en liza, cuanto por la imparable erosión de precios y la mayor precisión y eficacia de los métodos de comercialización, que mantienen entre el colectivo de personas más sensibles a precio una constante rotación entre operadores -con el consiguiente impacto en las cuotas de los contendientes- facilitada por reglas de portabilidad altamente exigentes en los plazos de cumplimiento y en las restricciones a las acciones de recuperación de antiguos clientes. Surge de esta evolución buscada de los mercados europeos de telecomunicaciones una nueva caracterización de la figura de los operadores, para los que, con el éxito esperado en términos de transferencia al público del resultado de la variedad y disponibilidad de ofertas comparables -reflejado como parámetro de referencia de los supervisores de los mercados en precios constantemente decrecientes- en parte gracias a la eficiencia derivada de los avances técnicos pero en gran medida fruto de la presión competitiva.

Lo más llamativo del momento actual quizás sea que la red ya no es un elemento distintivo, toda vez que la dinámica de acuerdos mayoristas y la consolidación de los operadores virtuales han eliminado el requisito de una elevada capitalización para poder ofrecer servicios de conectividad en el ámbito europeo. El potencial riesgo de "indiferenciación" probablemente ha resultado en los "paquetes" a que me refería más arriba, anticipando que eventualmente la provisión de los servicios básicos de conectividad podrán llegar a prestarse gratuitamente (como ocurre en los servicios financieros con la oferta básica y convencional de medios de pago para el gran público), conduciendo a un posible escenario en el que la conectividad es subvencionada por los ingresos en otros conceptos, sea por la venta de dispositivos, aplicativos u otros servicios ajenos a las telecomunicaciones. En efecto, en los últimos tiempos hemos visto "telecos" que comercializan electricidad (a través de una empresa comercializadora diferente del operador con diferente objeto social, atendiendo a la regulación específica de ese mercado) y podríamos ver el movimiento inverso, pues en definitiva se trata de nutrir la relación comercial con una enorme base de clientes.

Aunque la competencia puede llegar de fuera del sector, cabe no obstante indicar que más allá de los acuerdos privados o regulados de compartición de infraestructuras presumiblemente los operadores irán fraguando modelos de colaboración que contribuyan a mejorar sus resultados sin desvirtuar la competencia efectiva, reproduciendo conductas racionales descritas en la moderna teoría de juegos que explica el afán de continuidad y la búsqueda de la ventaja relativa sin eliminación del contrincante en escenarios inciertos. La supervisión pública -que asegura la persistencia de la concurrencia de ofertas principalmente en función de la evolución de precios para el cliente final (el que dentro de la cadena de valor de la conectividad no es por si mismo capaz de replicar la oferta aceptada) y de la constatación del esfuerzo financiero continuado para la generación de ingresos por parte de los operadores- realizar una tarea valiosa y transparente de vigilancia, evitando hasta ahora la colusión entre competidores, atendiendo al fomento del bienestar de los usuarios y a las expectativas razonables de rentabilidad de los inversores, propiciando la innovación y espoleando la eficiencia de los operadores, como animaban a hacer en "A blueprint for telecom's critical reinvention" en McKinsey Insights de 28 de abril de 2021, Zakir Gaibi, Gareth Jones, Pierre Pont y Mihir Vaidya, donde anticipaban las oportunidades y riesgos derivados del desplazamiento de una parte de las plataformas de valor añadido de los operadores a las "nubes", diluyendo la contribución al servicio de los operadores, al tiempo que de estos se esperan actuaciones orientadas a la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, incidiendo no solo en la comunicación con el conjunto de interesados ("stakeholders" en inglés) si no incluso en las metas de negocio de los operadores. La tesis de la publicación citada es que los itinerarios de éxito para los operadores se situarán con distintas combinaciones alrededor de los siguientes tres arquetipos: el basado en la excelencia en operaciones e infraestructuras, ciertamente debilitadas por la escisión de activos y el recurso asiduo a la subcontratación de un abanico cada vez más amplio de actividades; el distinguido por la atención prioritaria a los clientes, desde el diseño de los servicios, pasando por la entrega de los servicios contratados y la resolución eficiente de incidencias, con un enfoque crecientemente digital, previsible y supuestamente preferido por la mayoría de los clientes y, finalmente, el orientado a la oferta de un conjunto amplio de servicios complementarios, frecuentemente apoyados en la integración en los grupos de los operadores de negocios ajenos a las telecomunicaciones, como parece que conciben su presentación al mercado los principales operadores españoles.

Si el éxito de los operadores virtuales demuestra que las barreras de entrada efectivas a la prestación de servicios de telecomunicaciones no son tan elevadas como un sector tradicionalmente muy intervenido y demandante de cuantiosos recursos financieros hacia temer a los economistas hace apenas treinta años, no cabe duda de que existe un número "natural" u óptimo de operadores, determinado por una experiencia de usuarios conforme a las posibilidades de la tecnología vigente al retorno sobre el capital mínimo exigible en función de las condiciones de acceso a los mercados fin ancieros.

La competencia en telecomunicaciones recuerda la vivida en el sector de las aerolíneas con la aparición de las "bajo coste", con todo proveedores de servicios plenos aunque en rutas determinadas, sobreviviendo la tímida concentración del sector, siendo agentes estimulantes de una demanda adicional, a precios que marcan pautas para su competencia "tradicional". Como anticiparon en 2014 la OECD en "Wireless market structure and network sharing" y la consultora AT Kearney en The future of telecoms operators in Europe, tal vez el liderazgo en precios de los operadores virtuales de telecomunicaciones y la descomposición de los operadores de red al nivel regional, en un proceso de "desconcentración", atendiendo a las exigencias de la venta de servicios en la era digital presagien un mercado fluido de operadores en constante disputa de la relevancia, cuando no de la supervivencia.

Alberto Horcajo es Co Fundador de Red Colmena

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