Los Ángeles, 11 feb (EFE).- Más allá de poner fin al drama humano de millones de indocumentados, la reforma migratoria supondría un alivio para la economía de un país que necesita recurrir al talento extranjero para impulsar la innovación tecnológica y el crecimiento.
Los cambios normativos para facilitar permisos de trabajo y residencia en EE.UU. se esperan como agua de mayo en Silicon Valley y forman parte de la agenda del presidente Barack Obama, quien mañana expondrá su agenda legislativa más ambiciosa y progresista en su discurso anual sobre el Estado de la Unión.
Se calcula que para 2018 el mercado laboral en EE.UU. será incapaz de cubrir 230.000 puestos de trabajo destinados a ingenieros, científicos y matemáticos, según datos de la organización Partnership for a New American Economy.
Esa entidad, dirigida por los líderes de Microsoft, Boeing, Walt Disney o News Corporation así como los alcaldes de Nueva York y Los Ángeles, es uno de los principales "lobbies" del país que pide que se levanten restricciones a la contratación de inmigrantes con el fin de mejorar la competitividad de las empresas.
Ese mismo mensaje lo ha repetido desde Steve Jobs a Bill Gates, quien en los últimos años ha sido uno de los mayores defensores de abrir las fronteras al talento. Ya en 2007, antes de la crisis financiera, alertaba de la urgencia de atraer a personal altamente cualificado para que EE.UU. continuara siendo la primera potencia económica del mundo.
"Necesitamos una fuerza de trabajo formada por las mentes más brillantes. La demanda de técnicos especializados hace ya tiempo que superó a la oferta de empleados nacionales con estudios avanzados", comentó Gates en un artículo que escribió para The Washington Post.
El pasado 29 de enero, el vicepresidente ejecutivo de Microsoft, Brad Smith, calificó de "crítico" el problema y reclamó a demócratas y republicanos que dejaran a un lado sus diferencias y acordaran una solución satisfactoria antes de final de año.
La misma lectura que ese mismo día hizo desde Google su vicepresidente de People Operations, Laszlo Bock.
"En un momento en el que la economía de EE.UU. más lo requiere, nuestras políticas migratorias están ahogando la innovación", afirmó Bock.
En la biografía autorizada de Steve Jobs, el autor Walter Isaacsoon relató cómo le enfurecía al cofundador de Apple la parálisis legislativa a la hora de reformar la regulación migratoria y cómo le dijo a Obama que su empresa había llevado su producción a China porque no había suficientes ingenieros con "habilidades básicas" en EE.UU.
Desde Partnership for a New American Economy se insiste en que la tasa de desempleo en EE.UU. entre el colectivo de científicos e ingenieros está (datos 2012) por debajo del 4 %, porcentaje de paro que se considera "pleno empleo" y en campos como el diseño de redes informáticas esa cifra es casi nula.
Anualmente, se conceden 65.000 visados de trabajo temporal para personal cualificado y ya en junio del año pasado las empresas habían solicitado casi todas las plazas disponibles para el ejercicio fiscal 2013 (de octubre a octubre), según fuentes del Departamento de Seguridad Nacional.
En 2011, según datos migratorios oficiales, se tramitaron en EE.UU. un millón de permisos de residencia permanente, las conocidas tarjetas verdes o "green cards", de las cuales más de un 64 % respondieron a motivos familiares y poco más de un 13 % eran por razones laborales.
Más de la mitad de las tarjetas tramitadas eran para gente que fue calificada como "sin ocupación", desde jubilados a estudiantes pasando por personas dedicadas a labores domésticas.
La aportación de los inmigrantes a la economía de EE.UU. no solo se contabiliza como mano de obra, también juega un papel en el desarrollo de nuevos negocios.
Un informe de octubre de 2012 publicado por la Fundación Kauffman a este respecto constató que las compañías fundadas por al menos un extranjero, en su mayoría en el sector tecnológico y de innovación, emplearon a unos 560.000 personas el año pasado y generaron ingresos por 63.000 millones de dólares.
Sin embargo, la tasa de compañías creadas por inmigrantes en los últimos siete años fue de un 24,3 %, un punto porcentual menos que en 2005. Ese declive fue de casi 10 puntos en Silicon Valley, donde un 43,9 % de iniciativas empresariales desde 2005 han tenido un socio fundador nacido fuera de EE.UU, principalmente en India y China.
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