Tecnología

El oscuro negocio que hay detrás de los bloqueadores de la publicidad

  • El funcionamiento de estas herramientas queda fuera de la legalidad

El incremento del uso de los bloqueadores de publicidad ha agitado los cimientos del actual ecosistema digital poniéndolo en peligro. Y es que su uso se ha extendido desde el ordenador hasta las plataformas móviles, poniendo en jaque el entorno en el que trabajan compañías editoriales y anunciantes.

Los usuarios recurren a estos mecanismos con el objetivo de bloquear la publicidad que predomina por la web cuando en el fondo no son conscientes del negocio que están montando a su costa. Y es que los métodos que emplean la compañías de bloqueadores para llevar a cabo su negocio quedan fuera de la legalidad.

En primer lugar porque cuando un usuario instala un bloqueador de anuncios con la intención de navegar de una manera menos intrusiva, dicha herramienta almacena sus datos para después emplearlos con fines desconocidos.

Esta técnica que está utilizando el fenómeno del adblocking se basa en el uso de rastreadores de datos, es decir, realizan un seguimiento de la actividad web de los usuarios sin el consentimiento de éstos. En este sentido destaca el bloqueador Ghostery, el cual está generando ingresos en base a la recopilación de datos recogidos por los rastreadores para después venderlos a otras compañías interesadas en este flujo de información.

Chantaje

A esta nociva práctica hay que sumarle el chantaje que están cometiendo sobre las compañías editoriales mediante las listas blancas. Uno de los bloqueadores más populares de la red, Adblock Plus, garantiza a los editores no bloquear sus contenidos publicitarios a cambio de crear anuncios bajo un sistema de publicidad aceptable.

Sin embargo, para asociarse a este sistema de listas blancas, los editores han de compartir sus ingresos publicitarios con la compañía, una maniobra interpretada por la industria de los editores como una amenaza. El propio director general del New York Times, Mark Thompson, definió este tipo de actividad como una ?extorsión económica?.

De esta forma, la labor que caracteriza a los bloqueadores queda en entredicho puesto que los usuarios los interpretan como herramientas que sirven de ayuda a los usuarios contra la publicidad que predomina por Internet, cuando en realidad si permiten la inserción de aquellos anuncios diseñados bajo sus criterios.

Otro tipo de bloqueadores que está aprovechando la tesitura para conseguir beneficios son aquellos que funcionan bajo un modelo freemium, como Disconnect y 1Blocker. Y es que estas compañías llaman la atención de los usuarios por permitir la descarga gratuita de estos softwares. Pero después cobran a los usuarios por la realización de otros servicios más avanzados.

No obstante, no todo son malas noticias puesto que la postura anti-bloqueadores que están ejerciendo los editores va a obtener buenos resultados: más de la mitad de los usuarios que utilizan estos mecanismos los desactivaría para poder acceder a los contenidos de los medios.

Un estudio realizado por IAB y YouGov sobre 2.000 adultos de Reino Unido revela que un 54% de los usuarios que disponen de bloqueadores se verían obligados a deshacerse de ellos en el caso de que fuera la única manera de poder consumir los contenidos de los medios.

Los editores han recibido esta noticia con alegría puesto que supone que sus métodos para solucionar este problema están funcionando con éxito. Dichas maniobras se basan en bloquear el acceso a sus webs a los usuarios que los utilizan. Cada vez son más los editores que están adoptando esta técnica, como es el caso de Forbes, GQ o Wired, entre otros. El presitigioso New York Times también se sumará a esta tendencia para impedir su utilización.

Comprensión de los lectores

Piers North, director de estrategia del Trinity Mirror, comenta que los usuarios online están empezando a comprender lo importante que es la publicidad para la supervivencia de los medios, pues es su principal fuente de ingresos. Mientras que John Barnes, director general de Incisive Media, hace hincapié en el peligroso negocio que están moviendo las compañías de adblockers con las listas blancas. Barnes define esta situación como ?cínica? porque en el caso de que todos los editores operarán bajo las listas blancas, los usuarios continuarían viendo publicidad y lanzarían sus quejas sobre la compañía en cuestión productora de la lista blanca.

Por lo tanto, lo que se deduce de todo este panorama es el falso protagonismo que define a los bloqueadores de anuncios ya que detrás de su papel protector contra la publicidad online existe un oscuro negocio que funciona bajo prácticas de dudosa legalidad como son el chantaje a los editores o el rastreo de datos a los usuarios sin su consentimiento.

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