Cada persona da, de media, unos 216 millones de pasos a lo largo de su vida. Así que si fuésemos capaces de utilizar sólo una parte de esa energía para crear electricidad, quizá podríamos lograr una fuente barata con la que recargar nuestros móviles y tabletas.
Laurence Kemball-Cook, que en 2009 fundó Pavegen, ha demostrado ya que los pasos de los viandantes sobre el suelo de un espacio público, como por ejemplo una estación de tren, pueden ayudar a alimentar la iluminación o la calefacción de esos lugares, y de hecho sus generadores se han instalado ya en más de 100 puntos de todo el mundo, incluyendo el aeropuerto de Heathrow.
Claro que lo de usar los talones para mover electrones tampoco es exactamente nuevo, ya que las zapatillas que se iluminan al andar y que son un regalo popular para muchos niños, existen desde 1992, como recuerda la revista de tecnología del prestigioso MIT de EEUU.
Kemball-Cook y su equipo no están sin embargo jugando a inventores: "la idea es que el propietario de las zapatillas pueda utilizar la energía que genera de forma fácil", asegura, y reconoce que ya ha entablado conversaciones como Nike o Reebok.
Claro que los desafíos no son pequeños. Está en primer lugar el tamaño del generador, que en las baldosas de Pavegen no está limitado, pero que tendrá que ser miniaturizado para que quepa en el tacón de un zapato.
Kemball-Cook también reconoce que será necesario ajustar la dureza de la pisada para que el dispositivo no afecte a la comodidad de la prenda. Y aunque no lo menciona, también habrá que resolver cómo se puede recargar un móvil mientras se anda, si no es con un cable. O mejor aún, ¿cómo será ese cable para que no resulte un engorro?
Por fin, está un tema que no es tecnológico, pero tampoco baladí: el diseño. Porque unas zapatillas pueden ser eléctricas, pero no triunfarán en el mercado si el comprador no siente la chispa.
