
Ricardo Garrudo (Santander, 1965), único accionista y presidente del Grupo Wolder, empezó distribuyendo remolques. Desde que se iniciara en el mundo tecnológico en 2008 con la fabricación de DVDs portátiles, ha logrado hacerse un hueco destacable en el mercado de e-readers y tabletas. Descárguese aquí la revista elEconomista Tecnología.
Sólo en 2014 facturó 20 millones de euros y distribuyó medio millón de dispositivos, de los que 400.000 fueron tabletas. Ahora, se lanza al mercado de smartphones con su gama WIAM (entre 99 y 299 euros), los wearables con una smartband y nos revela sus planes de futuro: "En 2016 lanzaremos un smartwatch, continuaremos nuestra expansión internacional y ampliaremos la línea de 2 en 1; también trabajamos en un ordenador con sistema Android...".
Firme defensor de la buena gestión por encima de las ideas, presume de sentido común: "Podríamos fabricar productos con especificaciones mucho más altas, pero conocemos muy bien a nuestro público, sabemos lo que busca y nos dedicamos a hacerle propuestas razonables". También se reconoce al margen de las grandes marcas y multinacionales: "Mi trabajo no es ser la vanguardia, sino ser el segundo".
Wolder es un caso paradigmático de tecnología de consumo española. ¿Siguen trabajando desde Cantabria?
Sí, la mayor parte de la plantilla de Wolder -150 trabajadores, de los cuales 65 son ingenieros- trabaja en un polígono industrial en el corazón de Cantabria. Se llama Barros y algunos ya se refieren a él como Silicon Barros. También tenemos una oficina de 10 personas en China, porque es allí donde se produce todo, por el ecosistema que hay allí creado. Por lo demás, esto sigue siendo una empresa familiar.
¿Cómo llega al mundo de la tecnología en 2008?
Estaba viendo la manera de diversificar, buscaba nuevos accesorios para el automóvil y me encontré con los DVDs portátiles. A partir de ahí, llegaron los e-readers, de lo que llegamos a ser líderes en el mercado español, y poco después el boom de las tabletas.
¿Qué aprendió de los anteriores negocios que le ayudó en este otro sector tan cambiante?
Wolder no ha sido ninguna startup. Ha sido la evolución de un empresario que ya estaba acostumbrado a gestionar otras cosas. Creo que cuando hablamos de emprendimiento le damos una excesiva importancia a la idea. Por supuesto que hay que tener una idea de producto o servicio que satisfaga una necesidad, pero yo le doy mucha importancia a la gestión. Lo que yo aprendí de los o tros negocios no tecnológicos era a gestionar personal, logística, distribución, a tratar con los bancos...
¿El caso de Wolder y de otros fabricantes españoles demuestra que el usuario confía en el producto español?
Por supuesto. Yo diría que además el usuario siente cierta simpatía hacia lo diseñado y concebido aquí. A nuestro éxito con las tabletas se suman otras marcas con móviles... Entre todos hemos demostrado que el producto tecnológico español puede funcionar.
¿Desterramos entonces el complejo de inferioridad?
Sinceramente, creo que está totalmente desterrado. Un usuario puede tener preferencia por una marca multinacional, pero nadie diría ya que un Renault que se fabrica en Valladolid es un mal producto.
¿Qué distingue a Wolder de la competencia?
Son matices. Ponemos el foco en productos que obedezcan al sentido común, con una buena relación del precio y la calidad. Hay que decir que una empresa como la nuestra está preparada para hacer productos con mejores especificaciones que las que hacemos, pero, como conocemos muy bien al cliente, preferimos hacer propuestas que sabemos que le van a encajar.
¿Cómo afecta eso al producto final? ¿A qué decisiones se refiere?
Un ejemplo: en la línea de móviles WIAM que acabamos de lanzar, hace nueve meses nos planteábamos si dotarlos de pantalla con resolución HD o Full HD. Después de mucho preguntar, concluimos que esa mejora no compensa al usuario, que tiene que pagar un mayor precio y encima le reduce la duración de la batería. Por supuesto que entendemos y respetamos al usuario que quiera pagar mucho más por disfrutar del Full HD en el móvil o de pertenecer a un club de una determinada marca. No obstante, si echa un vistazo a las cuentas de esa compañía, queda claro que está pagando un sobreprecio excesivo por su dispositivo. Nosotros jugamos en otra liga.
¿Cuál va a ser la estrategia con la nueva línea de smartphones?
Queremos revolucionar la gama media ofreciendo especificaciones de gama alta a precios que van de los 99 a los 299 euros. Los cuatro modelos WIAM tienen cobertura 4G y llevan pantallas que parten de las 4,5 pulgadas. El más económico trae tres carcasas intercambiables como valor añadido, el de 179 euros incluye una smartband -nuestro primer wearable- y el buque insignia integra cámaras de 21 y 13 MP, 3 GB de Ram, 32 de memoria interna, procesador octacore... por 299 euros.
¿Qué opina del mercado de los wearables? ¿Se atreverían con un reloj inteligente?
Sí. Para el año que viene ya estamos trabajando en lanzar un smartwatch. En este sentido, tenemos que esperar a ver cómo reacciona el mercado y estar muy atento a lo que de verdad sucede con estos productos. Mi trabajo no es ser la vanguardia, sino ser el segundo. Me atrevo a pensar que el smartwatch en tres o cinco años va a sustituir en muchos usos al smartphone. Hay que estar preparado para entrar en ese negocio.
El diseño y la concepción del producto se realiza en Cantabria, ¿pero la fabricación era ineludible en China?
Es normal que se haga allí, porque allí está el ecosistema más avanzado del mundo en este sentido, con todos los componentes.
¿Cómo es esa comunicación con ellos?
Disponemos de una oficina de 10 personas en China y cada responsable de España tiene a un homólogo allí que es el que supervisa todo el trabajo... Nuestro trabajo no es comprender a los chinos, sino entender a nuestro par en China y ya él es el que se tiene que encargar de comprender el resto de las cosas. Yo tengo a una directora de la oficina de China que trabaja allí y piensa por mí y gestiona allí con cabeza china.
¿Después de tantos años tratando con los empresarios chinos, qué lecciones extrae?
Sinceramente, creo que podemos aprender muchas cosas de ellos. No es ningún descubrimiento que trabajamos en un mundo global. Tampoco puedo pensar que seamos mejores que aquellos. Yo me considero muy español, pero objetivamente no creo que un ingeniero español sea mejor que un ingeniero chino. No lo creo. Esa falta de prejuicios me lleva a desenvolverme bien allí, incluso con unas costumbres que no son las mías.
¿Cómo marcha la expansión internacional?
Nuestro mercado principal es España y también Portugal. La idea es avanzar en la expansión hacia Latinoamérica: primero por Panamá y Costa Rica, y después por Perú, Chile y Colombia.
¿Piensa ya en el salto a la informática?
A los equipos 2 en 1 que ya tenemos como evolución natural de las tabletas, estamos preparando un ordenador que incorporaría el sistema operativo remix, que permite utilizar Android. Es otra de las ideas en la que estamos trabajando en estos momentos para próximos lanzamientos.