
El 22 de agosto pasado Europa se enrojeció al conocerse que el lanzamiento de dos satélites destinados a crear su propia red de posicionamiento global, independiente del GPS estadounidense y del GLONASS ruso, habían terminado en la órbita equivocada tras su lanzamiento.
El fiasco, atribuido inicialmente a la mala gestión de las operaciones por parte de la ESA, fue en realidad responsabilidad del vehículo de lanzamiento, tal como reconoció en octubre la empresa Arianespace.
Pero este miércoles la agencia espacial europea ESA se ha sacado, siquiera en parte, la espinita.
"La órbita final (del quinto satélite) es la que habíamos planeado, lo que demuestra el alto grado de profesionalidad de todos los equipos involucrados", señala Daniel Navarro-Reyes, analista de la misión Galileo.
Tras delicadas maniobras de reposicionamiento, la ESA ha conseguido colocar al artefacto en una órbita mucho más circular, lo que permitirá usarlo como parte de la constelación de satélites de Galileo.
La ESA completa ahora las pruebas de funcionamiento y todos los sistemas parecen estar respondiendo de forma adecuada.
Con el número cinco en línea, la agencia europea se centrará de inmediato en rescatar a Galileo 6, el otro hermano descarriado, mientras sigue adelante con sus planes para tender una red de 24 satélites que sean capaces de mejorar las prestaciones del GPS tal y como lo conocemos, y que permitan que la UE deje de depender de Estados Unidos en una herramienta que se ha convertido en crucial para ámbitos tan diversos como la gestión de emergencias o el transporte marítimo.