
¿Qué nos dice un desfile militar sobre el estado real del poder? Parecería algo del pasado, pero el contexto actual ha cambiado.
El próximo 3 de septiembre, China responderá a esta pregunta con una demostración cuidadosamente coreografiada de fuerza y tecnología. En el corazón simbólico del poder comunista, la Plaza de Tiananmén, desfilarán no solo soldados y tanques, sino una visión concreta del futuro: misiles hipersónicos, drones con inteligencia artificial, y armas invisibles que actúan en redes y frecuencias, más que en campos de batalla.
No es la primera vez que China utiliza un evento conmemorativo para lanzar un mensaje geopolítico. Pero este año, la conmemoración de la victoria sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial se convierte en una plataforma para cuestionar precisamente ese mismo orden. Las nuevas armas que se verán en Pekín no celebran el pasado: apuntan directamente al futuro.
El simbolismo de un desfile militar en el siglo XXI
En un mundo donde la diplomacia se expresa cada vez más en códigos binarios y algoritmos, el acto de movilizar tropas en una avenida parece un anacronismo. Pero en China, donde la historia es una herramienta política poderosa, cada paso marcial sigue teniendo un significado.
La presencia de líderes internacionales, especialmente la de Vladímir Putin, añade una capa geopolítica al evento. Para Occidente, la imagen de Xi Jinping y Putin juntos en el palco es una provocación. Para Pekín, es un símbolo de alineamientos estratégicos en un mundo que se reorganiza tras la invasión de Ucrania y la creciente tensión en el Indo-Pacífico.
Los misiles YJ: la amenaza fantasma para los portaaviones
La pieza central del desfile será la nueva generación de misiles antibuque de la serie YJ (Ying Ji, "Disparo de Águila"). Nombrados como YJ-15, YJ-17, YJ-19 y YJ-20, estos proyectiles no son simplemente armamento: son una declaración de intenciones. Su objetivo es claro: anular el dominio estadounidense en el Pacífico, especialmente sus portaaviones, símbolo y herramienta del poder naval de EE. UU.
China lleva décadas desarrollando esta capacidad, primero con tecnología soviética, luego con innovación propia. Estos misiles incorporan características que los hacen particularmente difíciles de interceptar:
- Velocidades hipersónicas (entre Mach 4 y Mach 6).
- Maniobras terminales para evadir defensas.
- Guiado múltiple mediante radar activo, sensores infrarrojos y el sistema Beidou.
- Capacidades de lanzamiento versátiles: desde buques, aviones, submarinos o plataformas terrestres.
El resultado es una amenaza de saturación que hace que incluso los buques más protegidos sean vulnerables. En términos estratégicos, Pekín está diciendo a Washington que el Pacífico ya no es un lago americano.
Misiles intercontinentales: la sombra de un conflicto nuclear
Más allá del poder convencional, China también quiere demostrar que su disuasión nuclear ya no es simbólica. Modelos como el DF-31AG y el temido DF-41, ambos móviles y con capacidades MIRV (vehículos de reentrada múltiples e independientes), representan un salto cualitativo.
Con alcances superiores a los 12.000 kilómetros, estos misiles pueden alcanzar cualquier punto del territorio continental estadounidense. Su movilidad —en camiones, trenes o submarinos— complica cualquier intento de neutralización preventiva. El JL-3, lanzado desde submarinos de la clase 096, completa un sistema de disuasión en tres capas: terrestre, móvil y marítima.
Este arsenal sugiere que China busca algo más que la paridad nuclear. Busca la capacidad de sobrevivir a un primer ataque y responder con devastación suficiente como para disuadir cualquier intento de agresión.
El dron FH-97: el escudero letal de la aviación china
Uno de los elementos más simbólicos del desfile será la aparición del FH-97, un dron de combate furtivo diseñado para acompañar a cazas tripulados como el J-20 o el J-16. Con capacidades de ataque, reconocimiento y guerra electrónica, este "leal escudero" representa la entrada de China en la era de la aviación autónoma de combate.
El FH-97 puede:
- Volar junto a cazas y actuar como multiplicador de fuerza.
- Lanzar misiles aire-aire y aire-tierra.
- Realizar misiones de interferencia electrónica.
- Operar de forma autónoma gracias a sistemas de inteligencia artificial.
Su aparición en el desfile es un mensaje directo: China puede llevar la guerra aérea a un nuevo nivel, donde el hombre y la máquina cooperan en tiempo real.
Guerra digital y energía dirigida: el poder invisible
En el silencio del espectro electromagnético, se libra otra guerra. China ha desarrollado sistemas para interferir, confundir y anular las capacidades tecnológicas del enemigo antes de que pueda disparar un solo proyectil.
Entre las tecnologías mostradas en Tiananmén estarán:
- Sistemas móviles de guerra electrónica que bloquean radares, satélites y misiles.
- Armas de energía dirigida (láseres, microondas, pulsos electromagnéticos) que pueden inutilizar drones y sistemas electrónicos.
- Plataformas de ciberataque integradas con unidades militares convencionales.
Estos desarrollos tienen un propósito claro: ganar sin combatir. Cegar, paralizar y desorganizar al adversario antes de que tenga tiempo de reaccionar. Para China, el dominio del "campo de batalla informacional" es tan crucial como el del terreno o el aire.