
Puede que sean el gran fiasco de la historia de Google. En 2013, las Google Glass prometieron un futuro de ciencia ficción que nunca llegó con unas gafas que se adelantaban a propuestas como las Apple Vision. Pero en 2025, Google volverá a intentarlo.
Durante el Google I/O, la empresa mostró sus nuevas gafas inteligentes impulsadas por Android XR, inteligencia artificial y una serie de alianzas estratégicas que apuntan a evitar los errores del pasado. Y esta vez, Sergey Brin, cofundador de Google, no solo está presente, sino activamente implicado en el desarrollo de estas nuevas gafas. "Cometmos muchos errores", dijo desde el escenario con respecto al intento de hace ahora 12 años. Pero también lanzó un mensaje claro: "Ahora el momento es otro, la tecnología es otra, y la apuesta es más real que nunca".
El regreso de las gafas inteligentes: una década después del fracaso
El primer intento de Google por liderar el mercado de las gafas inteligentes terminó en uno de los fracasos más recordados de la última década. Las Google Glass, con su diseño futurista y su precio desorbitado, fueron objeto de burla, preocupación por la privacidad y, finalmente, olvido. Su retirada en 2015 cerró un capítulo amargo en la historia de la compañía.
Pero 2025 es un escenario completamente distinto. La proliferación de modelos exitosos como las Ray-Ban Meta y los avances en IA han transformado el contexto. La inteligencia artificial ya no es una promesa, sino una realidad tangible en millones de dispositivos. Y Google lo sabe.
En su nuevo intento, Google no quiere caminar sola. Se apoya en socios con experiencia: Samsung, Qualcomm, Warby Parker, Gentle Monster. La idea no es solo lanzar unas gafas más. Es construir un ecosistema.
Android XR, Gemini y la fuerza de las alianzas
Las nuevas gafas funcionan sobre Android XR, una plataforma desarrollada junto a Samsung y Qualcomm para potenciar la realidad mixta. Incorporan Gemini, el cerebro de IA que permite traducciones en tiempo real, navegación por voz, respuestas multimodales y una experiencia más fluida e inteligente.
El dispositivo incorpora una cámara, micrófono y altavoces, pero también un pequeño display acoplado a la lente que muestra notificaciones y respuestas del asistente. Aunque Google aún no habla de fechas ni modelos comerciales, ha comenzado a distribuir unidades entre un grupo selecto de testers para recoger feedback y afinar la propuesta.
La alianza con Warby Parker, una de las firmas que más han crecido de gafas en los últimos años, va más allá del marketing: Google ha invertido 150 millones de dólares en la empresa y ha tomado una participación accionarial. El objetivo es claro: aprovechar su experiencia en diseño, distribución y fabricación de gafas para evitar los errores logísticos que hundieron a Google Glass.
Sergey Brin vuelve del retiro con lecciones aprendidas
El regreso de Sergey Brin a escena no fue solo simbólico. Fue una declaración de intenciones. En su intervención durante el I/O, Brin reconoció abiertamente que el fracaso de Google Glass fue, en gran parte, responsabilidad suya. "No sabía nada sobre las cadenas de suministro de la electrónica de consumo", dijo. Y añadió con humor autocrítico: "Cometí muchos errores".
Pero Brin no solo vino a confesarse. Vino a trabajar. Reveló que está participando activamente en los desarrollos de Gemini y del nuevo modelo Veo 3, un sistema de generación de vídeo por IA. "Cualquier científico informático debería estar trabajando en IA ahora mismo", sentenció.
Su presencia, ahora como figura técnica más que institucional, aporta credibilidad a esta segunda oportunidad. Brin es uno de los pocos fundadores de grandes tecnológicas que ha decidido volver al barro en lugar de convertirse en una figura decorativa.
Por qué esta vez podría funcionar
El mundo de 2025 no es el mismo que en 2013. Hay una nueva infraestructura tecnológica, mayor madurez de los consumidores y una comprensión más profunda de lo que puede y no puede hacer la realidad aumentada.
Además, Google no está actuando en solitario. La alianza con fabricantes especializados como Warby Parker o Gentle Monster asegura una mejor integración entre tecnología y diseño. Y el uso de Android XR como plataforma abierta podría permitir una expansión más rápida y flexible del ecosistema.
En definitiva, lo que Google propone ya no es un gadget excéntrico para unos pocos, sino un asistente inteligente y usable para el día a día, insertado en un objeto cotidiano: las gafas.
¿Es esto el principio de una nueva era?
La historia de la tecnología está llena de segundas oportunidades. Apple no inventó el smartphone, pero sí reinventó su uso. Microsoft fracasó con sus móviles, pero domina la IA empresarial con Azure. ¿Podría Google redimirse con unas gafas inteligentes que no solo vean, sino que comprendan?
La pregunta no es si el mercado está preparado. La pregunta es si los consumidores desean aún que sus gafas hagan más que ver. Y, sobre todo, si Google ha aprendido lo suficiente para ofrecer algo más que una promesa.