Tecnología

¿Qué les pasará a los astronautas rescatados tras 9 meses en el espacio? Estos ratones lo saben

Los efectos del espacio en el cuerpo humano todavía son desconocidos. Experimento como los de los gemelos Scott y Mark Kelly en 2017, con uno en órbita y otro en tierra, y dando como resultado cambios en sus cuerpos, los demuestran. Pero ahora se ha ido un paso más allá con las dudas que enfrentan los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams, recién rescatados tras pasar 9 meses aislados en la Estación Espacial Internacional por diversos fallos mecánicos.

Wilmore y Williams regresaron a la Tierra el pasado 18 de marzo después de una prolongada estancia de 285 días. Su misión original, a bordo de la nave Starliner de Boeing, estaba programada para durar solo 10 días. Sin embargo, problemas técnicos con el sistema de propulsión de la Starliner impidieron su retorno según lo previsto. ?

Ante esta situación, la NASA decidió que Wilmore y Williams permanecieran en la EEI y se integraran en la rotación regular de tripulaciones. Finalmente, regresaron a la Tierra a bordo de una cápsula Crew Dragon de SpaceX, junto con otros miembros de la misión Crew-9. ?

Tras su regreso, Wilmore y Williams se están readaptando a la vida en la Tierra, disfrutando de actividades como correr y pasar tiempo con sus familias. Además, están colaborando con Boeing para analizar y mejorar la Starliner, aportando su experiencia directa para solucionar los problemas detectados.

Sin embargo, la preocupación por su estados de salud no es solo psicológica o inmunológica. Lo que más inquieta a los científicos es lo que no se ve: la integridad de sus huesos, que tras meses sin gravedad podrían haberse vuelto casi tan frágiles como el cristal.

Una nueva investigación con ratones enviados al espacio puede arrojar luz sobre este proceso invisible pero crucial. Lo que sus huesos cuentan es más que una simple historia médica; es un recordatorio del peaje físico que supone abandonar la Tierra.

Los huesos flotantes: lo que el espacio le hace al esqueleto

En la Tierra, cada paso que damos pone presión sobre nuestros huesos. Este estrés constante les da una razón de ser, una necesidad de mantenerse densos y resistentes. Pero en el espacio, esa presión desaparece. La microgravedad permite que el cuerpo flote, pero también engaña al sistema musculoesquelético, que interpreta esa falta de peso como una señal de que ya no necesita mantener su estructura.

El estudio publicado recientemente por investigadores de la NASA y el Blue Marble Space Institute of Science examinó los efectos de 37 días en órbita en ratones. Lo que hallaron fue inquietante: los fémures —huesos de carga por excelencia— mostraban una pérdida significativa de masa ósea. En cambio, la columna vertebral, que depende más de la actividad muscular que del peso, no evidenció daños de la misma magnitud.

Este hallazgo no es menor. Sugiere que la causa principal de la descalcificación ósea en el espacio no es la radiación —como se pensaba inicialmente— sino la simple ausencia de gravedad. La ingravidez desactiva el estímulo mecánico necesario para mantener la densidad ósea.

Una metamorfosis ósea acelerada

Pero el deterioro no es el único cambio. El estudio también identificó un proceso acelerado de osificación endocondral en los fémures de los ratones. Este es el mecanismo por el cual el cartílago se transforma en hueso, y suele estar asociado al crecimiento esquelético durante la juventud.

La implicación es clara: la microgravedad no solo deteriora, sino que también altera la velocidad de desarrollo óseo. En organismos aún en desarrollo, como los ratones jóvenes, esto podría traducirse en un crecimiento óseo anómalo o desincronizado. ¿Y en humanos adultos? Quizá no crecimiento, pero sí una desregulación en los mecanismos de regeneración y mantenimiento óseo.

Este tipo de hallazgos es vital para las agencias espaciales. Saber que la osificación puede verse afectada significa que los astronautas podrían enfrentar complicaciones no solo durante la misión, sino también en su readaptación a la gravedad terrestre, como fracturas espontáneas, pérdida de movilidad o deterioro en la estructura articular.

Hábitats que protegen huesos

Uno de los resultados más reveladores del estudio fue la comparación entre los ratones que vivieron en jaulas estándar y aquellos que habitaron un entorno más enriquecido dentro de la ISS. Los ratones con más estímulos —posiblemente mayor movimiento, más interacción con el entorno, o estructuras que incentivaban el uso de sus patas traseras— conservaron o incluso ganaron masa ósea.

Este dato abre una puerta a la esperanza: es posible que diseñar hábitats con estímulos biomecánicos adecuados pueda mitigar, en parte, los efectos negativos de la microgravedad. En términos humanos, esto podría traducirse en estaciones espaciales más "activas", rutinas de ejercicio más complejas o incluso trajes con resistencia mecánica incorporada.

Lo que hasta ahora era un problema sin solución podría encontrar su respuesta en el diseño ambiental. El entorno, más que la fisiología, podría ser la clave para preservar el cuerpo en condiciones extraterrestres.

¿Puede pasarle esto a Wilmore y Williams?

Para Wilmore y Williams, el retorno no fue una celebración sin costes. Las imágenes de su descenso muestran a Wilmore siendo evacuado en camilla. No es un gesto de protocolo: su cuerpo, como el de Suni Williams, ha vivido casi un año sin gravedad. Y según explica la doctora Tess Morris-Paterson, los primeros 14 días en la ISS ya suponen un deterioro equivalente a dos semanas encamado sin moverse.

El trocánter, una protuberancia del fémur crucial para la articulación con la cadera, es el punto más afectado, con una pérdida de densidad del 1,56?% mensual. Tras 286 días, la merma acumulada podría superar el 40?%. En términos funcionales, sus huesos han envejecido décadas en menos de un año.

Este tipo de daño no solo afecta la movilidad. También representa un riesgo médico serio, ya que una fractura de cadera en estas condiciones puede tener consecuencias permanentes o requerir meses de rehabilitación. Sin embargo, se cree que el deterioro no sea tan acelerado como en los ratones gracias a la diferencia de tamaño.

A medida que la exploración espacial se convierte en un objetivo prioritario —con planes de establecer bases en la Luna o llegar a Marte—, estos hallazgos deben convertirse en una prioridad. El cuerpo humano no ha evolucionado para flotar sin esfuerzo. Lo que permite la maravilla de orbitar la Tierra también amenaza la base estructural de quienes lo logran.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky