
¿Confiarías tu tarjeta de crédito a una inteligencia artificial para que te organice un viaje de trab? ¿Y si esa IA viniera de una empresa china que nunca has escuchado nombrar? Este es el dilema que plantea Manus, un nuevo agente autónomo desarrollado en China, que ha captado la atención del mundo tecnológico por su capacidad para hacer lo que hasta ahora ningún chatbot lograba del todo: actuar de forma independiente, planificar tareas complejas y ejecutar acciones reales en nombre del usuario.
Sus promesas suenan seductoras: organizar viajes, diseñar sitios web, elaborar planes de clase o reservar servicios, todo sin intervención constante del usuario. Pero detrás de esta brillante superficie se esconden interrogantes fundamentales sobre privacidad, confianza y control. Veamos cómo puedes probar tú mismo Manus y qué cualidad e interrogantes tiene.
Qué es Manus y qué lo hace diferente de ChatGPT o Claude
El lanzamiento de Manus ha sido todo menos discreto. A pesar de que por ahora solo se puede acceder mediante una lista de espera, ha generado una avalancha de contenido en redes sociales chinas y occidentales con vídeos que muestran cómo construye páginas web con apenas un par de instrucciones o cómo organiza itinerarios completos de viaje.
A diferencia de ChatGPT o Claude, que responden a lo que se les pregunta pero no actúan sin una orden directa, Manus tiene la capacidad de ejecutar acciones en nombre del usuario. No solo te sugiere una actividad: puede realizarla por ti. Se trata de un sistema construido a partir de varios modelos de lenguaje que colaboran entre sí. Uno actúa como planificador general, mientras que otros ejecutan tareas específicas y evalúan los resultados, en una estructura que recuerda más a una empresa que a una simple app de IA.
Ese diseño modular le permite llevar a cabo procesos más complejos sin necesidad de supervisión constante. Por ejemplo, puede planificar una clase de ciencias para secundaria con recursos visuales, material didáctico y una secuencia lógica de actividades. O montar una web profesional en pocos minutos. Todo, con una fluidez que deja atrás a sus competidores estadounidenses.
Usos reales: ¿Qué puede hacer Manus por ti?
Aunque Manus todavía no está disponible para el público general, ya se conocen varias de sus capacidades, mostradas a través de demos controladas. Estas son algunas de las tareas que puede realizar:
- Crear páginas web a medida con pocos datos del usuario.
- Organizar viajes completos, desde vuelos hasta actividades diarias.
- Diseñar animaciones educativas y planes de estudio personalizados.
- Automatizar tareas de asistente personal, como gestionar correos, reservas y agendas.
- Ejecutar tareas en el ordenador del usuario mediante control del cursor y uso de aplicaciones.
Este enfoque no es nuevo. En 2024 se presentó Devin, un agente que simulaba ser un ingeniero de software júnior con capacidad de recibir encargos por Slack y trabajar en ellos de forma autónoma. Pero Devin fue acusado de exagerar sus logros. En cambio, Manus parece haber llegado más lejos, aunque todavía queda por ver si su rendimiento real estará a la altura de las expectativas que ha creado.
¿Un paso adelante o una amenaza latente?
El punto más debatido en torno a Manus no es su rendimiento técnico, sino quién lo ha creado y bajo qué condiciones opera. El hecho de que provenga de una empresa china ha reavivado los temores sobre privacidad de datos y dependencia tecnológica. La herramienta necesita acceso profundo al ordenador del usuario para operar, incluyendo datos personales y financieros.
Esto plantea un dilema geopolítico: ¿queremos que una inteligencia artificial china tenga acceso a nuestros hábitos, contraseñas, tarjetas y correos? Manus necesita esos permisos para funcionar bien, pero no ofrece las garantías legales que sí tendrían empresas como Google o Meta, sometidas a regulaciones occidentales.
La comparación con el caso de TikTok o DeepSeek no es gratuita. Una vez que millones de usuarios adoptan una app por su utilidad o entretenimiento, resulta casi imposible restringir su uso, aunque haya dudas sobre su seguridad. Con Manus, ese momento aún no ha llegado, pero la dirección está clara. La pregunta es: ¿llegaremos preparados?
Los incentivos que están acelerando esta carrera
Detrás del desarrollo de Manus no hay solo ambición tecnológica, sino una lógica económica imparable. Las empresas tecnológicas pagan sueldos altos por trabajos que, en teoría, estos agentes podrían realizar a menor coste y con más eficiencia.
- Un programador júnior puede cobrar más de 100.000 dólares al año en EE.UU.
- Un asistente de viajes, un diseñador de currículos o un planificador de eventos son perfiles bien remunerados.
- Si una IA puede cubrir parte de ese trabajo por una fracción del coste, las empresas verán en ella una inversión estratégica.
Por eso, cada nuevo avance -como Manus- despierta tanto interés. Porque si alguna de estas herramientas llega a funcionar de forma fiable, cambiará no solo el mercado laboral, sino la forma en que delegamos responsabilidades. ¿Pasaremos de escribir mensajes a bots, a tener "empleados virtuales" que actúan por iniciativa propia?
Lo que Manus no dice (y deberíamos preguntarnos)
Por ahora, Manus es más promesa que realidad para la mayoría. Su acceso limitado impide una evaluación realista. Pero incluso si cumple con lo que muestra en sus demos, hay preguntas esenciales que siguen sin respuesta:
- ¿Qué garantías hay sobre el uso de datos privados?
- ¿Qué ocurre si Manus comete un error que genera un gasto o una pérdida?
- ¿Está supervisado por alguna normativa internacional?
- ¿Quién se responsabiliza si comete una infracción legal en nombre del usuario?
Estas dudas no son secundarias. Son el núcleo de un futuro donde los agentes inteligentes ya no son herramientas, sino entidades semi-autónomas que operan en nuestro entorno digital. Como si contratáramos un empleado sin contrato, sin seguro y sin ley.