
Parece que Elon Musk ha llevado su estrategia de liderazgo extremo a Washington, durmiendo en la sede del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) y consolidando su influencia en la administración de Donald Trump. Esta táctica recuerda a sus conductas en Tesla y Twitter, donde utilizó su presencia constante en las oficinas y fábricas como símbolo de compromiso y control.
Desde su llegada a Twitter hasta su dominio en Tesla y SpaceX, su estilo de liderazgo es implacable: largas horas, presión constante y una presencia casi mítica en las oficinas. Ahora, según revela la revista Wired, Musk ha trasladado su modelo de gestión al corazón de la política estadounidense.
Durmiendo en la sede de DOGE, el departamento de eficiencia transformado en la administración Trump para el magnate, Musk no solo refuerza su influencia, sino que demuestra que su filosofía de trabajo extremo ya no se limita a Silicon Valley.
Elon Musk y la estrategia de la presión por presencia constante
Desde sus primeros años en Tesla, Musk ha utilizado su presencia física como una herramienta de liderazgo y de presión hacia sus empleados. Durante los momentos críticos de producción, dormía en la fábrica, asegurándose de que sus empleados lo vieran compartiendo su esfuerzo. "Si ven que su líder está sufriendo con ellos, darán más de sí mismos", ha dicho en múltiples ocasiones.
En Twitter, repitió la estrategia. Tras su caótica compra de la red social, se instaló en la sede de San Francisco, convirtiéndose en una figura omnipresente en la empresa. Según empleados, caminaba por los pasillos a altas horas de la noche y exigía cambios inmediatos. Ahora, en Washington, repite el patrón.
La cultura de la exigencia extrema
A ello ha sumado la retirada de los días de teletrabajo para buena parte de los empleados gubernamentales. Esta reciente orden del gobierno a los empleados federales de volver a la oficina cinco días a la semana y comprometerse con una "cultura de excelencia" recuerda demasiado a los correos que Musk envió a los empleados de Twitter tras su adquisición.
En 2022, Musk dijo a sus trabajadores que solo los "excepcionales" podrían quedarse. El resto debía marcharse. En DOGE, la filosofía es similar: si no estás dispuesto a darlo todo, mejor vete.
Este tipo de liderazgo ha sido eficaz en sus empresas privadas, pero ¿puede funcionar en la burocracia gubernamental?
Musk no solo ha colocado a sus aliados en DOGE, sino que su círculo de confianza parece expandirse en la administración. En la última cena con sus acólitos, incluso mencionó que le ofrecieron dormir en la Casa Blanca.
Este nivel de cercanía con el poder plantea preguntas serias. Musk, que alguna vez fue cercano a la administración de Joe Biden por sus empresas de energía limpia, ahora parece haberse convertido en un jugador clave en la política de Trump.
¿Está Musk simplemente asegurando sus intereses empresariales o realmente busca moldear el futuro del gobierno estadounidense?
¿Hacia un gobierno gestionado como una startup?
Si algo ha demostrado Musk es que su visión del mundo no distingue entre empresas y política. Su modelo de trabajo, basado en la eficiencia extrema y la eliminación de lo que considera "lastre", podría estar infiltrándose en la administración pública.
Pero la gran pregunta sigue en el aire: ¿Puede la maquinaria gubernamental funcionar como una empresa tecnológica? Y si es así, ¿a quién beneficiará realmente este cambio?