Hace una semana, un Tesla Cybertruck explotó en la puerta del Trump International Hotel. El incidente se saldó con la muerte de su ocupante —Matthew Livelsberger, un exmilitar que se habría suicidado en los momentos previos a la explosión— y con siete heridos.
Aunque en un primer momento se barajó la posibilidad de que este incidente pudiera estar relacionado con el atropello en Nueva Orleans en el que murieron 14 personas, pronto fue descartada. Según informó la Agencia Federal de Investigación de Estados Unidos (FBI), todo apunta a que se trató de un suicidio ideado para ser mediático.
Livelsberger se quitó la vida de un disparo en la cabeza instantes antes de que explotara el vehículo. En la escena, los agentes encontraron una nota del militar en la que declaraba lo que iba a hacer como "una llamada de aviso a todos los camaradas, veteranos y estadounidenses" y denunciaba a las élites del poder como un grupo de "debiluchos e irresponsables que solo buscan enriquecerse". Según la investigación, Livelsberger padecía un trastorno de estrés postraumático —tenía una larga carrera de misiones en el extranjero, con dos despliegues en Afganistán y misiones en Ucrania, Tayikistán, Georgia y República Democrática del Congo—.
Para provocar la explosión, el autor recurrió a un sistema de control remoto para denotar los fuegos artificiales y los cilindros de gas que llevaba en el vehículo. Un sistema que, de acuerdo con los últimos avances de la investigación policial, obtuvo, construyó y aprendió a manejar con ayuda de la inteligencia artificial.
En concreto, Matthew Livelsberger pidió asistencia a ChatGPT sobre cuestiones técnicas y legales para hacerse con los materiales, sobre cómo colocar el explosivo y sobre cómo manejarlo.
"Sabemos que la inteligencia artificial cambiaría las cosas para nosotros en algún momento", ha aseverado el sheriff del condado de Clark, Kevin McMahill, quien ha aseverado que se trata del "primer caso en el que un individuo utiliza ChatGPT para construir este tipo de artefacto".
