
Los envases alimentarios afrontan una auténtica revolución tecnológica para afrontar retos como su sostenibilidad y la economía circular sin renunciar a las características que permiten garantizar la seguridad y la conservación de su contenido.
Una labor en la que colaboran empresas de esta industria y los centros de la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (Redit) para desarrollar soluciones innovadoras, con la financiación del Instituto Valenciano de Competitividad e Innovación (IVACE+i)
Uno de los grandes cambios en este sector ha sido la entrada en vigor del nuevo Real Decreto de Envases y Residuos de Envases, con unos ambiciosos objetivos de reciclado para papel y cartón, que llegan al 75% en 2025 y hasta el 80% en 2030. Un cambio legislativo que marca la tendencia a conseguir materiales que permitan cumplir con los objetivos de sostenibilidad y a la vez poder garantizar que cumplen sus funciones.
Ese es uno de los motivos que inspiran el proyecto INNCELPACK, puesto en marcha por ITENE, con el que desarrolla de materiales celulósicos reciclables y basados en papel con propiedades barrera y de sellabilidad para packaging destinado a alimentación y mensajería e-commerce. Básicamente pasa por aprovechar las ventajas de estos materiales, como su disponibilidad, biodegradabilidad, renovabilidad y reciclabilidad, además de sus costes competitivos, y trabajar para mejorar sus inconvenientes. Fundamentalmente su alta porosidad, que limita el denominado efecto barrera, es decir, las propiedades que aíslan y conservan los alimentos, alargando la conservación y evitando que puedan deteriorarse o contaminarse.
Para la mejora de las propiedades barreras y de sellabilidad de los sustratos celulósicos, dentro del proyecto INNCELPACK incluye dos vías. En primer lugar, mejorar las propiedades barrera y sellante de las soluciones de envase se llevarán a cabo mediante el uso de recubrimientos por vía húmeda, los cuales serán aplicados por distintas tecnologías sobre distintos sustratos celulósicos seleccionados y mejorados.
La segunda vía de actuación es la mejora de las propiedades superficiales y barrera de los papeles a través del empleo de procesos de plasma polimerización. Este procedimiento permite la deposición de distintos polímeros sobre la superficie de los sustratos celulósicos en forma de recubrimientos que tienen muy bajo espesor, pero con excelentes propiedades en cuanto a resistencia barrera a agentes líquidos y compuestos gaseosos que pueden afectar al contenido. Además, al ser recubrimientos muy delgados la reciclabilidad del material celulósico no se ve afectada.
Recuperar residuos como materia prima
Otro de los centros tecnológicos de referencia, AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, también trabaja en varios proyectos de esta línea, como FUSTARISE, que busca aprovechar residuos lignocelulósicos, es decir, residuos vegetales de la agricultura y la silvicultura, con grandes volúmenes en sectores como el agroalimentario, la madera y el mueble. El método más común utilizado hasta ahora ha sido el vertido en vertederos, algo que no es sostenible a largo plazo y tiene impactos negativos en el medioambiente y la salud.
A través de técnicas mecanoquímicas sin disolventes, el proyecto permitirá darles una segunda vida en forma de productos biobasados sostenibles, como envases en fórmula de cápsulas y adhesivos. Una iniciativa en que el centro tecnológico cuenta con la colaboración de empresas como Miarco, especializada en productos adhesivos y abrasivos, Lisart, dedicada a papeles alimentarios y envases de última generación y La Unió Llauradora i Ramadera, que agrupa a miles agricultores y ganaderos en la Comunitat Valenciana.
Estas soluciones pueden reducir la dependencia de los métodos tradicionales de eliminación y promover la competitividad y sostenibilidad a largo plazo. Además, el desarrollo de productos innovadores a partir de estos residuos puede sustituir a las propuestas convencionales basadas en el petróleo, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles.
Así, se espera obtener biopolímeros con buenos rendimientos y grados de pureza a partir de los residuos tratados, lo que permitirá su uso como materias primas en aplicaciones finales en diferentes sectores económicos de la Comunitat Valenciana. De esta manera, los procesos desarrollados en este proyecto podrán convertirse en alternativas de bajo costo, consumo energético e impacto ambiental.
Con el proyecto PPINPE, AIMPLAS en colaboración con las empresas Plastics Casaravi, Eslava Plásticos y Durplastics, pone el foco en mejorar el proceso de análisis del material plástico reciclado para favorecer la calidad de los compuestos reciclados y mejorar la calidad de los envases alimentarios.
Envases comestibles
Otro de los institutos de referencia, el especializado en alimentos AINIA, ha puesto en marcha el proyecto PREVENCPACK, que trabaja en el diseño de estructuras biobasadas que ayuden a alargar la vida útil de los productos envasados, a través del uso de recubrimientos y envases comestibles.
Para ello, una de las estrategias es el empleo de recubrimientos comestibles sobre productos frescos enteros. La otra otra línea de investigación e innovación consiste en el uso de envases comestibles para alimentos en porciones monodosis.