
Tesla, la compañía automovilística de Elon Musk, encadena nueve sesiones de subidas, lo que supone su mejor racha en bolsa en más de un año. Aun así, los analistas creen que el rally ha ido demasiado lejos y anticipan un bajón en sus acciones en los próximos 12 meses, pero este no es el único problema al que se enfrenta el magnate.
Y es que en la Gigafábrica de Tesla en Grünheide (Alemania), la primera en Europa de la compañía y que lleva activa desde 2019, se ha convertido en un centro de polémicas y un dolor de cabeza para los encargados de gestionar dicha factoría.
Lo cierto es que los problemas ya comenzaron cuando Alemania fue adjudicada para acoger la primera fábrica de Tesla en la UE, ya que muchísimas críticas se alzaron contra Musk y su empresa debido a los altos costes medioambientales que provocaría la construcción de esta con, por ejemplo, la tala de cientos de hectáreas de bosque y la contaminación de las aguas subterráneas.
Pero las protestas medioambientales no son el único problema de Tesla en Alemania, ya que como parte de la medida de reducir costes ideada por Musk, las fábricas internacionales debían despedir a un 10% de su plantilla. Si bien es cierto que en la de Grünheide tan solo se ha recortado en un 2%, los empleados denuncian una "presión evidente" sobre los empleados para que aceptaran lo que se presentó como una "atractiva" oferta de despido voluntario.
A su vez, muchos cuestionan cuánto va a impulsar la fábrica la economía alemana a largo plazo, tal y como se prometió. Esto ha llevado que desde la dirección de Tesla hayan tenido que reunirse con el sindicato IG Metall, que representa a los trabajadores de la fábrica. Pero curiosamente, uno de los puntos del día no tenía que ver con los puestos de trabajo.
"Voy a darles una cifra", dijo el director de planta Andre Thierig, que emplea a unas 12.000 personas en un extenso complejo al sureste de Berlín."Hemos comprado 65.000 tazas de café desde que empezamos la producción aquí. ¡65.000! Estadísticamente hablando, cada uno de ustedes ya tiene cinco tazas de café de Ikea en casa."
"Estoy realmente cansado de aprobar pedidos para comprar más tazas de café", dijo entre las risas y aplausos de los presentes, prometiendo que no habría cubertería ni vajilla en las salas de descanso si no cesaban los robos.
Esta curiosa anécdota no sabemos si se debe a una especie de piquete que los empleados de la fábrica han realizado como forma de protesta por la situación en la que viven o si se debe a que las tazas son muy bonitas.