
Todos recuerdan la fragilidad del planeta en cuanto un virus del tamaño de la cienmilésima parte de un milímetro causó estragos hace unos años, con un saldo provisional de más de siete millones de víctimas mortales. Salvando las colosales y humanitarias distancias, la comparación del SARS-CoV-2 (es decir Covid-19) con el C-00000291*.sys. podría equiparse con la 'pandemia digital' que se ha desencadenado por el fallo de una actualización de software de ciberseguridad incompatible Microsoft. La vacuna se descubrió al instante: borrar el fichero maldito o, simplemente, esperar un rato el contraparche de seguridad y así practicar el milagroso "apagar y encender el ordenador".
Pese a ello, los daños provocados por la paralización temporal de aeropuertos, estaciones de tren, hospitales, bancos, universidades, medios de comunicación e industrias serán materia de litigio durante los próximos meses o años. Basta con alzar la mirada para comprobar que un puñado de monopolios tecnológicos sustentan la actividad laboral y personal de miles de millones de personas.
El ocio y el negocio pasan por el sistema operativo de Windows... o por las nubes de Azure (Microsoft), Google o Amazon, o por las tarjetas gráficas de Nvidia o por los chips de Intel, AMD o Qualcomm. También por las plataformas de móviles de Android (Google) o iOS (Apple), sin olvidarse de las inteligencias artificiales de OpenAI- Microsoft y Google. Asimismo, el comercio electrónico viene a ser casi sinónimo de Amazon, mientras que las redes sociales son cortijo de dos o tres referencias globales, lideradas por Meta de Facebook e Instagram. Todos los cuasimonopolios citados son empresas estadounidenses y en su mayoría forman parte de los siete magníficos de la bolsa (Alphabet, Amazon, Microsoft, Apple, Meta, Nvidia, Tesla). Son gigantes con pies de barro que formalmente sólo tienen que rendir cuentas ante sus respectivos accionistas, aunque se trate del fuego amigo de una empresa de seguridad, y nada que ver con un ciberataque.
La estadounidense CrowdStrike Holdings, con sede en Texas y especializada en inteligencia contra amenazas y servicios de respuesta a ciberataques, tatuó ayer su marca con un desastre que paralizó durante horas a cientos de miles de empresas y a millones de particulares de todo el mundo. Las heridas causadas por el parche de seguridad resultaron calamitosas y evidenciaron que el remedio fue mucho peor que la enfermedad.
Otros expertos señalan otra lección que dejará la incidencia en futuro: el valor de disponer de copias de seguridad realmente ciberseguras. "Este problema nos recuerda lo frágil que es la infraestructura informática y por qué la ciberseguridad debe integrarse de forma nativa con las copias de seguridad", explican desde Acronis, firma que permite "una rápida vuelta al estado de funcionamiento" en caso de incidencia. Con vistas al futuro, recomendamos a todas las empresas que se aseguren de contar con soluciones de copia de seguridad sólidas", proponen desde la misma compañía.
Precisamente el término pandemia digital lo esgrimió ayer Chris Dimitriadis, Director de Estrategia Global de ISACA ( Information Systems Audit and Control Association): "Esto no es ni más ni menos que una crisis. Cuando en la cadena de suministro digital un proveedor de servicios se ve afectado, toda la cadena puede romperse, provocando interrupciones a gran escala. Este incidente es un claro ejemplo de lo que podría denominarse una pandemia digital: un único punto de fallo que afecta a millones de vidas en todo el mundo". En su explicación de la inaudita crisis informática, Dimitriadis recuerda que "en ocasiones, este tipo de incidentes se producen por errores involuntarios al actualizar el software. Otras es el resultado de un ciberataque. Pero lo irónico es que las empresas de ciberseguridad también forman parte de esa cadena de suministro, y esas mismas empresas que luchan por establecer la ciberresiliencia, también pueden convertirse en víctimas, afectando a la continuidad del servicio".
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