Las empresas de exploración espacial privadas llevan años en auge, desde la gigante SpaceX de Elon Musk o Blue Origin de Jeff Bezos a las españoles Satelition o PLD Space. Prácticamente cualquier país desarrollado está intentando quedarse con su parte del pastel. Japón también, aunque uno de sus empresas más prometedoras ha sufrido un fuerte revés.
La empresa Space One, con el apoyo de gigantes tecnológicos y financieros de Japón, representaba la punta de lanza de un ambicioso proyecto que buscaba posicionar al país como un actor clave en el lanzamiento de satélites por entidades privadas. El Kairos, un cohete de modestas dimensiones pero de grandes aspiraciones, prometía ser el inicio de una nueva era para Japón en el ámbito espacial.
Sin embargo, el Kairos se ha autodestruido en su lanzamiento, en un recordatorio más de lo complicado que son este tipo de pruebas.
Minutos después de su despegue, el Kairos explotó en el aire, un espectáculo de fuego que, pese a no causar daños materiales ni personales gracias a las medidas de seguridad implementadas, plantea interrogantes sobre el futuro de la propuesta aeroespacial nipona.
Un fallo mecánico inició el proceso de autoexplosión
A pesar del infortunio, la respuesta de Space One al incidente mira hacia el futuro. La investigación sobre las causas exactas del fallo está en curso, pero la empresa lo ha definido como una prueba más.
El presidente de la empresa, Masakazu Toyoda, afirmó que esta "no va a renunciar a su objetivo" e intentará nuevos lanzamientos, aunque subrayó que antes es necesario "aclarar las causas" del fallo y "explicarlas a sus clientes".
El proyecto forma parte de los esfuerzos de la industria aeroespacial nipona por construir lanzaderas más pequeñas y baratas, ante la demanda creciente del Gobierno y de otros actores para desplegar satélites.
El cohete Kairos, de 18 metros -un tamaño relativamente pequeño para estos vehículos de lanzamiento-, 23 toneladas y combustible sólido, estaba diseñado para llevar una carga de 250 kilos a una órbita terrestre baja.
Fundada en Tokio en 2018, Space One cuenta con la participación de empresas niponas como la firma de dispositivos de imagen Canon Electronics y la constructora Shimuzu y varios de los principales grupos financieros nacionales.
La empresa, que ya se vio obligada en 2022 a retrasar sus planes iniciales para este primer lanzamiento debido a la pandemia y a problemas logísticos, tiene la meta de enviar al espacio unos 30 cohetes por año para la próxima década.
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