Opinión | Miguel A. Bernal Alonso
- 07/06/2015, 06:00
07/06/2015, 06:00
Sun, 07 Jun 2015 06:00:08 +0200
Desde luego la de esta semana no era el tipo de reunión del BCE que aparece marcada en todos los calendarios, quizás por ello ha pasado más desapercibida y no ha levantado tanta expectación entre los medios no especializados. Esta vez no se trataba de defender el euro para que no se rompiese; menos aún de tomar medidas históricas y que llevarán a grandes análisis. Por no ser, ni tan siquiera era momento de propinar un manotazo encima de la mesa por parte del presidente, Mario Draghi, para dejar constancia de quién manda en la institución europea. Ésta era una reunión técnica, de aparente menor interés general, pero solo aparente pues tres puntos centraban la agenda: evolución de las variables económicas, grado de confortabilidad con las medidas no ortodoxas como el quantitative easing -QE por su acrónimo inglés- y por último, cómo no, Grecia.