Revistero
- 15/11/2017, 14:25
15/11/2017, 14:25
Wed, 15 Nov 2017 14:25:40 +0100
Isabel Sartorius no cabe en sí de gozo. La sonrisa de la primera novia de Felipe de Borbón entrando en el concierto-homenaje a Cecilia, la cantautora rebelde de la burguesía de los años 70, lo dice todo. Y no es para menos. Sartorius rechaza ya bolos y Photocalls, ha pillado a una de las grandes fortunas de este país, César Alierta, ex presidente de Telefónica y ahora empresario jubilado, y en sus ratos libres, dedicado a la filantropía al frente de la fundación donde Isabel ha estrenado empleo. ¿Se puede pedir más después de una carrera sentimental, la de Isabel, a trompicones y cuesta abajo? Sartorius ha dado un vuelco a su imagen, por la cuenta que le tiene. Otra vez ha perdido (y van…) los kilos recuperados después de romper la dieta con la que se quitó unos 20 en la clínica Neolife de Madrid. Se ha vestido como una señora bien, a la altura del estatus que se le avecina, ha ido a una peluquería buena donde le han recogido el pelo (que ya no pega tanta melena suelta con el medio siglo cumplido, por muy mona que estés) y se ha vestido con brillos metalizados y mini falda, pero con moderación. Donde no hay moderación es en su triunfal sonrisa. No te adelantes Isabel, que igual lo estropeas como otras veces, ¿recuerdas aquel almuerzo prenupcial con el todo Madrid invitado, donde brindaste por tu felicidad con Javier Soto, mirando fijamente a Alberto Ruiz Gallardón? En cambio a César Alierta le sentaban mejor el traje y corbata. A los 70 y algo, el vaquero sólo le quedaría bien a Cary Grant, que por supuesto jamás tuvo un Levis en su vestidor. No es de lo único que hablan esta semana las revistas del corazón.