
La vitamina D y la vitamina C han ganado en interés como alternativa para combatir el coronavirus. Así, los suplementos alimenticios de estas sustancias han aumentado su venta por parte de la población general. Sin embargo, seguir los pilares de la dieta mediterránea y tomar el sol es lo único necesario para tener unos buenos niveles de estas vitaminas y mantener un óptimo funcionamiento del sistema inmune, encargado de luchar contra el coronavirus.
Aumenta el consumo de comprimidos de vitamina C por el Covid-19 (pero no son necesarios)
Mercadona experimentó durante los primeros compases de la pandemia un boom en la venta de comprimidos efervescentes de vitamina C. La compañía explicó que el motivo del incremento se debe a que los clientes "buscan consumir productos alimenticios destinados a reforzar el sistema inmunológico".
Sí que es cierto que la vitamina C sirve para fortalecer las comúnmente conocidas como defensas, pero a través de una dieta equilibrada como al mediterránea se consiguen con facilidad los niveles necesarios de vitamina C. Así, la do a doctora Jazmín Fragoso explicó a Status que sólo es necesario consumir 90 mg/día de vitamina C y que esta cantidad se puede conseguir de manera sencilla en: una taza de fresas (95mg), un kiwi (75mg), una naranja (70mg); una taza de uvas (120mg), una taza de brócoli (158mg), 1/2 taza de pimientos (50mg).
La importancia de la vitamina D en el tratamiento del Covid-19
Diferentes estudios han revelado que unos niveles adecuados de vitamina D en sangre evitaban el empeoramiento de los pacientes de Covid-19. Además, una investigación española ha revelado que la administración de Calcifediol (Hidroferol, de Faes Farma), metabolito más activo del sistema endocrino de la vitamina D a pacientes hospitalizados de COVID-19 reduce en gran medida su necesidad de ingreso en UCIs.
Este tipo de tratamiento farmacológicos, evidentemente, deben ser prescritas por un médico. Sin embargo tomando el sol o a través de una buena alimentación se pueden conseguir buenos niveles de vitamina D. Entre los alimentos que tienen esta sustancia destacan: los ácidos grasos del pescado representan la fuente más rica de colecalciferol, siendo el salmón la fuente principal; los huevos, la mantequilla, el hígado y otras vísceras también, pero hay que cuidar su consumo por su alto contenido en colesterol. Oros productos con vitamina D son el atún, las sardinas; las ostras, las gambas y langostinos; setas; y aguacate.
La dieta mediterránea, valor seguro para fortalecer el sistema inmune
La base de la dieta mediterránea, con un gran consumo de fruta, verdura y legumbres y moderado de alimentos de origen animal, junto a la eliminación de alimentos precocinados y de comida rápida, es clave para afrontar el confinamiento como consecuencia del COVID-19. Así se indica en una serie de recomendaciones que se propusieron al inicio de la pandemia desde el departamento de Medicina Preventiva de la Universitat de València, que interviene en el programa de investigación sobre nutrición PredimedPlus.
Sus recomendaciones van dirigidas tanto a los ciudadanos que permanecen en casa obligados a realizar una vida más sedentaria como a aquellos que se han visto afectados por el coronavirus. En la lista de propuestas también se insiste en el mantenimiento de un buen estado de hidratación, mientras respecto a la fruta se propone el consumo de tres raciones diarias junto a dos de verduras, con una variedad de cinco vegetales por día.
Los productos lácteos deben ser bajos en grasa o semidesnatados, la carne blanca es más aconsejable que la roja y los quesos deben ser también bajos en grasa más que curados.
La propuesta incluye el consumo de pescado entre dos y tres veces por semana y el de huevos entre tres y cuatro veces. Los frutos secos, almendras o nueces, así como las semillas, de girasol o calabaza, se deben consumir crudos o tostados en lugar de fritos, endulzados o salados.
Respecto al grupo de personas específicamente afectadas por el COVID-19, los especialistas recuerdan que los síntomas van acompañados de falta de apetito, ingesta inadecuada de alimentos y un aumento de la deshidratación no sensible causada por fiebre, que puede conducir a hipotensión. Por ello, monitorizar el adecuado consumo de comida y agua es de vital importancia. Hay que buscar una alimentación saludable, es decir, "suficiente, completa, equilibrada, satisfactoria, segura, adaptada al comensal y al entorno, sostenible y asequible", se indica entre las recomendaciones.
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