
En Francia, Argentina o España y como diseñadora, bailarina o escritora, Ana Caller de Donosteve (La Cavada, 1900 - Madrid, 1985), conocida artísticamente como Ana de Pombo, dejó impregnado su talento en cada lugar que visitaba y en cada cosa que hacía. La artista fue una de las españolas más destacadas entre la élite social y cultural de a mediados del siglo XX, respetada por personalidades de la talla de Coco Chanel o Jeanne Paquin, con las que trabajó mano a mano.
Criada entre Santader y Barcelona y de padre aristócrata, la diseñadora contrajo matrimonio a los 17 años con Cayo de Pombo Ibarra, con quien tuvo dos hijos y de quien heredó el apellido con el que pasaría a la historia. Tras separarse de Cayo de Pombo, decidió irse a París, inspirada por la magia que siempre le había transmitido la ciudad, y fue entonces cuando se inició en su prometedora carrera de la alta costura.
Carlos de Borbón y su mujer Luisa de Orléans, amigos íntimos de Ana de Pombo, le ayudaron a fundar su primera tienda de moda , ubicada en el número 12 de la Rue Tronchet de la capital francesa, a la que bautizó como Elviana, como contracción de su nombre y el de su hermana mayor Elvira. La sociedad parisina se hico eco rápidamente de su talento, que atrajo hasta a miembros de la realeza española como a la reina Victoria Eugenia, que visitó la casa de moda en una de sus visitas a París.
Su éxito fue tal que la española recibió una oferta de trabajo del conde Koutosof, director de publicidad de Chanel de aquella época, que le propuso incorporarse a las filas de la maison siempre y cuando cerrara Elviana. Y así lo hizo. De Pombo se incorporaba a Chanel y pasaba a ser la secretaria personal de la gran Coco Chanel, con quien entabló una próspera relación personal. La concepción que ambas tenían sobre la moda femenina era tan parecida que no tenían problemas para trabajar juntas. Para ambas, la moda debía estar al servicio del cuerpo y no al revés, y apostaban por prendas elegantes, sencillas y funcionales, que contribuyeran a la liberación femenina. Durante ese periodo, donde la santanderina estuvo al frente de la maison que Chanel abrió en Biarritz, se codeó con algunas de las personalidades más destacadas del momento, como la gran musa del siglo XX Misia Sert o el príncipe Dimitri de Rusia.
Las discrepancias que había entre el círculo más cercano de Coco Chanel con la diseñadora española hicieron que ésta decidiera abandonar la maison en 1936, el mismo año que empezó a trabajar con la reconocida Jeanne Paquin como diseñadora artística de su marca. Una colaboración de la que surtió tal éxito que Paquin abrió filiales en Londres y Buenos Aires dirigidas por la propia De Pombo desde París.

La casa de costuras que entonces lideraba la diseñadora se impregnó de un aire español, con faldas de vuelo, mantillas, peinetas, volantes y su invento más reconocido; el ciamono, un tejido elástico precursor de la lycra que permitía moldear el cuerpo sin vulgaridad y darle una gran elasticidad de movimientos. Además de plasmar la estética española en aquellos diseños, Ana de Pombo dio visibilidad a los trajes autóctonos en el extranjero a través de sus espectáculos de baile, donde mostraba su faceta como bailarina como la gran Ana de España.
Durante la época de los 40, De Pombo exprimió su carrera como bailarina y conquistó escenarios consagrados de París, Madrid, Buenos Aires, Montevideo o Granada, convirtiéndose en una una de las artistas más destacadas de la capital francesa.
En 1942 la diseñadora dejaba Paquin y abría sus propias casas de moda en París, Rio de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires, con la fortuna que había conseguido anteriormente. A partir de ese momento comenzó a diseñar trajes para cine y teatro, siendo la artífice del vestuario para el teatro de Dolores del Río y para las actrices Lola Membrives y Zully Moreno, entre muchas otras.
En Argentina contrajo matrimonio -su tercer enlace civil- con el arquitecto y decorador Pablo Olivera Ramos-Mejía, con el que decidió abrir en España en 1951 Tebas, su propia tienda de decoración e interiorismo que, a pesar de sus buenas críticas y de servir como manual de grandes de la decoración como Duarte Pinto Coelho o Pin Morales, no funcionó económicamente y cerró sus puertas en 1958, cuando la pareja decidió trasladarse a vivir a Marbella.
Los años 60 le colmaron de gran reconocimiento internacional, pues se consagraba como un icono de la moda y era valorada también como bailarina y decoradora. Poco más tarde, investigó en su última faceta, la de escritora, y publicó diferentes libros de poemas y Mi última condena, su gran autobiografía en la que habla de grandes personajes de la moda, la danza y la decoración del siglo XX.
Relacionados
- Destacando en... Capri: qué ver, comer y cómo vestir para disfrutar de un fin de semana en la isla
- Así ha sido la Semana de la Alta Costura de París, el primer gran evento de la industria de la moda tras la Covid-19
- La belleza real según Peter Lindbergh (el fotógrafo que revolucionó el mundo de la moda en los 90)
- Naty Abascal, el secreto del éxito de Wafflie: la nueva firma de moda española que arrasa en ventas