"El vestido debe ser una segunda piel, lista para sonreír cuando el que lo lleva sonríe", era la frase que acuñaba Madeleine Vionnet (1876-1975) para luchar contra las siluetas rígidas que imperaban en la época y desprender a las mujeres de corsés. Nacida en Francia y criada en Inglaterra, Vionnet marcó un antes y un después en la historia de la moda gracias a su carácter revolucionario y sus numerosas aportaciones, que sirvieron como punto de inflexión en la industria textil y como precedente de la gran Coco Chanel.

Con solo 11 años comenzó como aprendiz del oficio, y cuando alcanzó los 23 empezó a trabajar en Londres con la reconocida modista Kate O'Reilly. Más tarde, regresó a París, su ciudad natal, para trabajar con Madame Gerber, la diseñadora de la lujosa casa de moda de las hermanas Callot, y más tarde, con el diseñador francés Jacques Doucet.

Corría el 1912 cuando Vionnet decidió emprender su propio negocio en el número 222 de la Rue Rivoli de París, un hecho que la convirtió en una de las primeras empresarias de la época. Allí, la que fue conocida como la arquitecta de la moda, abría las puertas de La Maison Vionnet, donde aplicó medidas innovadoras que han perdurado hasta nuestros días, como el corte al bies (cortar la tela en forma diagonal para que se adapte mejor al cuerpo y liberarla de los rígidos diseños de entonces), del que consiguió la patente.

El estallido de la I Guerra Mundial obligó a la diseñadora a cerrar las puertas de su maison durante un tiempo. Sin embargo, muy lejos de tirar la toalla, Vionnet utilizó este periodo para formarse en la cultura de la antigua Grecia a través de museos y colecciones de arte. Un conocimiento que influyó mucho en el desarrollo de sus posteriores trabajos, junto con la inspiración en la bailarina Isadora Duncan.

Los años 20 le brindaron su máximo apogeo. En 1923 reabrió su maison, conocida como El templo de la moda,  en la parisina Avenue Montaigne. Fue entonces cuando experimentó su máxima fama y el mundo se hizo eco de su propuesta de liberar el cuerpo de la mujer, con sus drapeados y sus vestidos fluidos y femeninos con corte bies (inspirados en las túnicas griegas), que eliminaban por completo las estructuras firmes del pasado. La llegada de la II Guerra Mundial, en 1939, supuso el cierre de su negocio, cuando Vionnet tenía 63 años y ya había dejado para la posteridad un legado que cambiaría el rumbo de la moda femenina.

Además de sus numerosas contribuciones al mundo de la moda, que hoy se estudian en las escuelas, la francesa fue reconocida también por su lucha contra las imitaciones y la férrea defensa por los derechos de autor.

Así ha sido la Semana de la Alta Costura de París, el primer gran evento de la industria de la moda tras la Covid-19