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Cáncer de tiroides: estas son las señales que más pasan desapercibidas y que no deberías ignorar

Fuente: Canva

El cáncer de tiroides es una de las enfermedades que más peligros puede conllevar, puesto que en sus fases iniciales puede no presentar ningún síntoma. Este cáncer se basa en la proliferación de células en la glándula tiroidea, una parte del cuerpo encargada de producir hormonas que regulan aspectos como el ritmo cardíaco, la tensión, la temperatura corporal y el peso, entre otras.

Los síntomas

Cabe destacar, que la mayoría de los tipos de cáncer de tiroides se curan con tratamiento, aunque algunos pueden llegar a ser muy agresivos. Según el portal Mayo Clinic, entre los principales síntomas que puede manifestarse está:

  • La presencia de un bulto que se puede sentir a través de la piel.
  • Cambios en la voz y ronquera.
  • Dificultad para tragar.
  • Hinchazón en los ganglios linfáticos del cuello.
  • Dolor en el cuello y la garganta.

Poca probabilidad de extenderse por el cuerpo

Las diferencias entre unos tipos de cáncer y otros de tiroides radican en el tipo de células que formen este tumor, algo que únicamente puede determinarse si se examina a través del microscopio. Entre los principales factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de sufrir la enfermedad se encuentran los factores genéticos, así como la exposición a niveles elevados de radiación. Unos niveles elevados de estrógeno, común en las mujeres, puede provocar más probabilidad de sufrir esta afección.

La detección del tumor suele hacerse fácilmente mediante un examen físico del profesional de la salud, que puede detectar una especie de bulto en el cuello. Suele ser también necesaria un análisis de sangre que mida los niveles de la hormona que produce la tiroides, así como ecografías e incluso la extracción de tejido.

Una de las particularidades es que se trata de un tipo de cáncer con poca probabilidad de crecer o diseminarse por todo el cuerpo, por lo que en muchos casos no es necesario un tratamiento inmediato. Si bien, la extracción de una parte o de toda la tiroides suele ser el procedimiento habitual. Acto seguido, son importantes los tratamientos farmacológicos que sustituyan o complementen las hormonas que produce este órgano.

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