
El ministro para la Transformación Digital y la Función Pública, Óscar López, planteó ayer un nuevo mecanismo para que los altos funcionarios accedan a trabajar en el Estado. En vez del actual sistema de oposiciones que suele consistir en exámenes y una evaluación de méritos profesionales, el Gobierno propone que los aspirantes realicen una prueba de acceso a un programa formativo de dos años equivalente a un máster. Una vez cursado dicho plan, los egresados se examinarían nuevamente en una suerte de Selectividad. El Estado escogería finalmente a quienes tuvieran las mejores notas.
La idea de López, aunque inédita, no es la primera que se pone encima de la mesa para reformar el sistema de acceso a la Administración española. Ministros anteriores han tratado de modificar los procesos de selección e incluso transformar la misma figura del empleo público, en general, y del funcionario, en particular. Fuera de las fronteras españolas conviven una amalgama de sistemas de selección distintos. La idea planteada por el Gobierno parece recoger inspiraciones de varios de esos modelos.
Un Colegio para los eurócratas
La mayoría de los Estados europeos plantean sistemas de selección basados, o bien, en méritos similares a los requerimientos que una empresa realiza en una oferta de trabajo; o bien, en un sistema de exámenes. En España, suele imperar una fórmula mixta: se deben realizar una serie de pruebas que, junto con logros como cursos, idiomas o experiencia, conforman la nota de los candidatos.
Aunque los procesos son, en apariencia, transparentes y objetivos, es común que en el continente se vean ejemplos de instituciones ad hoc creadas para promover una élite. El caso más destacable es el Colegio de Europa, una institución privada cuya sede principal se ubica en Brujas (Bélgica). Cada curso cuesta 29.000 euros en concepto de matrícula y alojamiento y, como explica el propio Gobierno español, son los países europeos quienes seleccionan a los candidatos.
En el Colegio Europeo se enseñan másteres especializados en estudios europeos. Los egresados suelen desempeñarse posteriormente como altos funcionarios en Bruselas (apodados despectivamente 'eurócratas' por los partidos anti-UE) o en puestos diplomáticos de los Estados miembro de la Unión Europea.
El Colegio Europeo fue creado después de la Segunda Guerra Mundial a imagen y semejanza de la Escuela Nacional de la Administración de Francia, diseñada justamente para formar a los altos funcionarios del Estado galo. Con los años, la Escuela comenzó a recibir críticas de ser una fábrica para formar a miembros de la élite que ocupen los altos puestos del país. Muchos de los presidentes o primeros ministros de la V República se formaron allí, incluido Emmanuel Macron, actual presidente del país.
Fiunalmente, el jefe del Estado francés decidió suprimir la Escuela Nacional de la Administración en 2019 y reformarla en el Instituto Nacional de Servicio Público, equivalente a organismos similares en otros países como el Instituto Nacional de Administración Pública en España.
Funcionarios en prácticas
En Alemania es común un sistema de acceso por fases, más similar a procedimientos como el de los sanitarios en España (los internos residentes). Durante un tiempo, los aspirantes se desempeñan combinando formación y trabajo como si fuese un puesto de prácticas y luego se examinan a procesos de estabilización que pueden ser o bien un examen o bien un concurso de méritos.
En otros países como Reino Unido o incluso el proceso de selección del personal de la Unión Europea impera el modelo corporativo: el Estado anuncia los puestos como si fuesen ofertas de empleo convencionales de una empresa, con los requisitos y características. Los aspirantes se someten a entrevistas y otros procesos de acceso que varían entre departamentos.