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Especial Medio Ambiente

El deshielo desenterrará virus y bacterias que estaban olvidadas

  • Las muertes van desde las inundaciones, diarrea, malnutrición, incendios forestales, etc
  • Bajo el hielo se ha encontrado cepas de la gripe española de 1918, de la viruela y de la peste bubónica
Imagen tras la DANA de octubre que arrasó, sobre todo, la Comunidad Valenciana. efe
María Juárez

El cambio climático es el gran enemigo al que se enfrentan los países. Una de las grandes consecuencias del cambio climático es el deshielo de los polos. Sin ir más lejos, a finales de mayo, un pueblo suizo quedó sepultado por el desprendimiento de un glaciar. Sin embargo, esto no afecta solo a la variación del nivel del mar, sino que también supone que virus y bacterias, que habían estado sepultadas bajo el hielo durante miles de años, vuelva a la vida con la capacidad de infectar a la población. Dado este escenario, la comunidad científica está envuelta en descubrir cuál es el riesgo de estos virus.

En este contexto, un equipo de investigadores ha tratado de evaluar el riesgo que las bacterias y los virus atrapados en el hielo pueden representar para la humanidad. Los científicos realizan extracciones en las capas profundas y las analizan. Si identifican un virus se lleva a laboratorios de máxima seguridad donde es estudiado por los científicos. Los investigadores han encontrado de momento solo una pequeña muestra de lo que hay en el hielo. Por ejemplo, se ha hallado una cepa de la gripe española de 1918 en cadáveres enterrados en fosas comunes en Alaska. La viruela y la peste bubónica también están enterradas en el hielo.

Además, han localizado otros como el fitovirus (Pithovirus) que se encontró en una muestra de 27.000 años que contenía lana de mamut. Todo esto abre la puerta a que epidemias que estaban erradicadas vuelvan. "Que los virus se vayan estudiando es muy positivo porque la idea es ir viendo cuáles tienen actividad vírica y cuáles no", afirma el científico y director del laboratorio Ever 3 Analytics, Raúl Alelú Paz. No obstante, los expertos afirman que no se pueden controlar todos, ya que el hielo no está focalizado en una única parte, por lo que los estudios se realizan en espacios muy concretos.

Ahora bien, el verdadero peligro sería la liberación de un antiguo virus desconocido, hecho que los científicos no descartan. "La Covid-19 sería un juego de niños comparado con este tipo de virus", afirma Alelú Paz. Y agrega que "nuestro sistema inmune se va adaptando al entorno actual, no sabemos qué tipos de virus había hace 48.000 años. Son más violentos de los que conocemos ahora". Es más que probable que la próxima pandemia podría surgir a causa de un virus liberado en el deshielo.

Una pandemia silenciosa

El cambio climático es una pandemia silenciosa. De hecho, ha superado el número de víctimas mortales de casi todas las emergencias de salud pública de importancia internacional reconocidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo por detrás de la pandemia de la Covid-19 que provocó 7 millones de fallecimientos. Cada año, 166.000 personas, de media, fallecen a causa de este fenómeno, según un artículo publicado en la revista especializada Nature Medicine y encabezado por el epidemiólogo climático estadounidense Colin Carlson. Sin embargo, todo apunta a que esta situación va a empeorar pues, entre 2030 y 2050, se espera que esta cifre alcance los 250.000 decesos adicionales cada año.

Para establecer el número de muertes atribuibles al cambio climático se tienen en cuenta todos aquellos decesos asociados a inundaciones, diarrea, malnutrición y enfermedades cardiovasculares, entre otras. No obstante, esta cifra podría ser incluso mayor, ya que no se tienen en cuenta las defunciones por incendios forestales o el calor extremo, ni las causadas por bacterias mortales, garrapatas, esporas de hongos y otros organismos favorecidos con el aumento de la temperatura.

El Informe 2024 de The Lancet Countdown Europe sobre Salud y Cambio Climático, liderado por el Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), en colaboración con el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), se ha centrado en demostrar la magnitud de los impactos negativos del cambio climático en la salud humana. Por ejemplo, las muertes por calor extremo presentan un incremento medio de 17 muertes por cada 100.000 habitantes entre 2003-2012 y 2013-2022. Si se pone el foco en España, por este suceso fallecieron más de 2.000 personas solo el año pasado, teniendo más de 65 años el 95% de ellas, tal y como apunta la ONG Human Rights Watch (HRW) en su informe global de 2025.

En general, los fallecimientos relacionados con el cambio climático se han disparado y, entre el 2000 y el 2024, se calcula que 4 millones de personas han perdido la vida. Ahora bien, los efectos negativos del cambio climático no son iguales en todas partes. Así, la población del sur de Europa puede verse más afectada por las enfermedades relacionadas con el calor, los incendios forestales, la inseguridad alimentaria, la sequía, las enfermedades transmitidas por mosquitos y la leishmaniasis. En cambio, el norte de Europa se ve igual o más afectado por la bacteria Vibrio y las garrapatas, que pueden propagar enfermedades como la enfermedad de Lyme y la encefalitis transmitida por garrapatas.

Uno de los problemas es que los países no le dan importancia a estas defunciones, pues para luchar contra la Covid-19 se destinaron 8.000 millones de euros, mientras que para hacer frente al cambio climático solo 126 millones. En una publicación de X, Carlson apuntó que "reducir los gases de efecto invernadero ya no es suficiente". Y añadió que "los gobiernos nacionales tienen que afrontar el reto del clima y la salud con compromisos sustanciales: acceso a medicamentos esenciales; acceso a atención sanitaria de alta calidad; acceso a alimentos y agua limpia".

Siguiendo esta línea, la profesora Rachel Lowe, directora de The Lancet Countdown in Europe y profesora de investigación de ICREA y líder del grupo de Resiliencia en Salud Global en el BSC, aseveró que "limitar el calentamiento global a menos de 1,5 grados centígrados mediante una transición justa y saludable supondría beneficios que salvarían vidas en toda Europa y fuera de ella. En lugar de enfrentarnos a la mala salud y a amenazas a nuestros medios de vida, los países europeos podrían sentir los beneficios para la salud de un aire limpio, mejores dietas, una reducción de las desigualdades y ciudades más habitables mediante la aplicación urgente de políticas climáticas centradas en la salud y el bienestar".