
La flor de Jamaica, también conocida como hibisco o rosa de Jamaica, es una planta originaria de África y Asia que se usa habitualmente en la cocina y en la medicina tradicional de muchas culturas, puesto que mejora la digestión y ayuda en la pérdida de peso, entre otras cosas.
Propiedades
Pero esto no es todo. De sus beneficios, varios expertos resaltan los siguientes:
- Cuida la salud del corazón. Ayuda a disminuir los niveles de colesterol 'malo' y los triglicéridos, e incluso a aumentar el colesterol 'bueno'.
- Regula el azúcar en sangre. Puede inhibir la capacidad de ciertas enzimas pancreáticas e intestinales responsables de la digestión de los carbohidratos en el intestino delgado.
- Disminuye la presión arterial. Es útil para prevenir y controlar la hipertensión arterial leve y moderada, puesto que promueve la relajación de los vasos sanguíneos.
- Previene el envejecimiento prematuro. Sus compuestos antioxidantes inhiben el estrés oxidativo y previenen la formación de radicales libres, así como el daño que pueden causar a las células.
- Disminuye el riesgo de cáncer. Puede inhibir el crecimiento de células cancerígenas y reducir el daño oxidativo asociado con el desarrollo de ciertos tipos de cáncer.
- Favorece la pérdida de peso. Esto se debe a su contenido de polifenoles, como antocianinas, flavonoides y otros compuestos fenólicos, entre ellos el galoil, el ácido clorogénico, la quercetina y el ácido cafeico.
A tener en cuenta
Cabe destacar que puede consumirse en forma de té o agua, cápsulas o incluso en la preparación de ciertas comidas como pasteles, helados, tacos y ensaladas. Por lo general, es seguro cuando se ingiere por vía oral, ya sea como alimento o en las preparaciones de la medicina herbaria tradicional.
De hecho, los efectos secundarios son poco frecuentes, pero sí pueden incluir determinados trastornos gastrointestinales, como malestar estomacal, estreñimiento o gases. Eso sí, no debe ser consumida sin orientación médica durante el periodo de embarazo, la lactancia, en niños menores de 12 años y en individuos con enfermedades renales o hepáticas.