
Las estadísticas de Hacienda muestran un crecimiento, del 13%, de la recaudación tributaria total en España entre los pasados meses de enero y mayo. El desglose de un dato agregado como éste es importante, debido al muy dispar comportamiento que los diferentes impuestos han mostrado durante la crisis.
Los dos extremos los ofrecen el IRPF, que ha hecho gala de una notable resistencia, y en el lado contrario Sociedades, cuyo rendimiento se desplomó debido a la entrada en pérdidas de miles de empresas durante el confinamiento. Ahora, por el contrario, este último tributo crece a un ritmo del 62% que, según todos los indicios, se elevará en el segundo semestre, debido al avance de la vacunación y al levantamiento de las restricciones.
El comienzo de la recuperación es un hecho capaz de arrojar registros récord como el crecimiento económico del 18% previsto para el pasado trimestre. Con todo, conviene hacer matizaciones. En primer lugar está descartado que el PIB avance un 10% en 2021 como llegó a afirmar el Gobierno tras incluir el efecto de las ayudas europeas. Y, en segundo lugar, todo puede quedar en un rebote limitado a este año y 2022 para volver a tasas de crecimiento moderadas en breve, como el 1,8% que el Banco de España prevé para 2023.
Precisamente, el retraso en las mencionadas ayudas alimenta la posibilidad de ese escenario pero sobre todo influyen las dudas sobre cómo gestionará el Gobierno esos recursos, expresadas con claridad por el supervisor bancario y por la AIReF. Si a ello se suma la amenaza que supondrá la persistencia de desequilibrios como la alta deuda y el déficit públicos, puede afirmarse que la recuperación presenta puntos débiles.