
El vino es una bebida antigua que nos ha acompañado a lo largo de la historia, un producto cuya elaboración ha ido cambiando, pero cuya esencia se mantiene. O eso pensábamos, pues de un tiempo a esta parte se ha establecido con fuerza en el mercado el vino sin alcohol. Esta propuesta es cada vez más recurrente ligada a una alimentación más saludable y a una rutina en la que cuidarse se pone en el centro de la vida de mucha gente.
Y, aunque el vino es un producto bastante natural, parte de estos nuevos hábitos de vida promulgan abandonar el alcohol como medida y muchas veces otro tipo de bebidas no son la solución, por la cantidad de calorías o azúcar que contienen. Los productores de vino señalan, que, por ejemplo, una copa de mosto tiene 200 kilocalorías, mientras que una copa de vino sin alcohol puede tener entre 20 y 30 kilocalorías.
La Federación Española del Vino ya ha puesto su atención en este producto, y su director general, José Luis Benítez, señala que tienen una postura favorable respecto a esta nueva bebida, que se espera que para 2025 triplique el crecimiento de su demanda (del 17 por ciento con respecto al crecimiento de la demanda del vino tradicional, del 45 por ciento).
Benítez señala que la tendencia a consumir productos con menos alcohol se ha implantado en la sociedad, en una etapa en la que se tiende a una alimentación saludable y en la que se hace un llamamiento por la responsabilidad al volante. Sin embargo, señala que desde la Federación "siempre defenderemos que el vino con alcohol se encuentra dentro de la dieta mediterránea, y que un consumo moderado del mismo es perfectamente compatible con una alimentación saludable".
También puede ser un producto óptimo para personas que no quieren tomar alcohol, como aquellas que van a coger el coche después, deportistas o embarazadas. "La demanda también va a venir por las demandas restrictivas al consumo de alcohol en algunos países, es decir, que puede depender de un factor social", señala Benítez.
No se reconoce como 'vino'
Desde la Federación Española del Vino explican que, en este momento, están solicitando que el vino sin alcohol entre en la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea. "Es un producto proveniente del vino, de la agricultura, y no se debe tratar como algo ajeno al vino, sino como un producto igual", explica Benítez. Señala que se están vendiendo productos en cuya etiqueta se lee vino sin alcohol, pero que no proceden de la uva.
"Europa tiene una oportunidad muy importante de desarrollo a futuro con esta nueva categoría del vino", señala el director de la Federación del Vino, "pero algunos agricultores y países como Francia no quieren que se considere vino, hay gente muy tradicional".
Los productores mantienen que el sabor no es el mismo, pues el alcohol aporta unos matices al vino que en este caso se pierden, pero desde Bodegas Matarromera, donde producen su vino sin alcohol WIN, señalan que "el hecho de hacer una elaboración de una forma específica para que la uva mantenga sus aromas hace que se consiga un producto fresco y de gran calidad". Además explican que, al tener menos calorías, cuida la dieta y mantiene las propiedades del vino, "que ayuda a prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares y a prevenir el envejecimiento celular".
Un nicho sin explotar
Desde Matarromera explican que su principal cliente es Reino Unido seguido de Alemania, Estados Unidos, América Latina y destacan los "monopolios" que tienen en Finlandia, Suecia y Noruega. Sin embargo, aclaran que hay un nicho sin explotar en España con este producto, algo por lo que los españoles y españolas se están interesando cada vez más, en línea con estos nuevos hábitos de vida saludables y con bastante interés también por parte de la gente joven. "El vino sin alcohol aparece en un momento en el que la sociedad lo requiere y la tecnología lo permite", aclaran en Bodegas Matarromera.
José Luis Benítez destaca que en España el consumo es todavía muy bajo: "La mayoría se está exportando, pero porque hay cierto desconocimiento. Estamos seguros de que, en cuanto se conozca este producto, habrá una subida de la demanda".
No son un mosto
La Federación Española del Vino deja clara una cuestión: el vino sin alcohol no es un mosto. Se produce de forma normal, pero lleva un proceso de desalcoholización. Cuanto más alcohol tiene una cerveza o un vino más sensación de cuerpo tiene, y, al quitarle el alcohol, queda un producto más ligero y menos dulzón. En el caso de los vinos espumosos, que tienen gas, esta pérdida de densidad se nota menos, ya que la "estructura" del vino permanece con más cuerpo.
Los productores de Matarromera explican que esta bebida se elabora mediante un método que separa el alcohol y los aromas del resto de componentes del vino, un proceso conocido como columna de conos rotatorios "mediante el cual se minimiza el riesgo de pérdida de componentes aromáticos en el vino". Posteriormente se realiza una "reconstitución organoléptica", mediante la cual se devuelven los aromas al vino de partida. Se mantienen todas las propiedades beneficiosas para la salud del vino original, al contener polifenoles, antocianos y antioxidantes.
Desde el principio del proceso, la idea es obtener una uva con un bajo grado alcohólico. En el caso de Matarromera proceden de vinos blancos o tintos procedentes de uvas verdejo o tempranillo de viñedos de Ribera del Duero y Rueda.
Mejoras técnicas
Desde la Federación del Vino explican que le queda mucho que mejorar técnicamente, pero que esto no quiere decir que llegue a producirse un vino sin alcohol que sepa igual que el con alcohol. "Al final la bodega no va a buscar un producto igual porque es imposible y además el consumidor va a buscar más un producto que principalmente no tenga alcohol, y le va a dar más igual el sabor", señala su director general. Explica que, finalmente, se tratará de un tema de no-diferenciación: "la gente quiere tomarse un vino con sus amigos o en una cena sin necesidad de consumir alcohol. Tomas lo mismo que los demás, pero sin consumir alcohol".
Las empresas productoras de cava también se han unido a esta tendencia sin. Los productores de Codorniú señalan que es pronto para saber si este mercado va a crecer en el caso de los cavas, mientras que los de Freixenet aseguran que el nicho que hay para este producto es aún muy pequeño, pero existente. Ambos estan de acuerdo en que se trata de productos con una demanda creciente, y la producción que realizan de distintas variedades sin alcohol refleja la esperanza que este sector tiene en las bebidas sin.
Espumosos sin alcohol
Desde Freixenet notan que las ventas de sus espumosos sin alcohol son más reseñables en Cataluña, Valencia y Madrid, y destacan la demanda proveniente del arco meditarréneo y de las zonas urbanas y en zonas donde el consumo de espumoso es más tradicional y habitual.
El proceso es similar al del vino: se parte de vinos seleccionados y se elimina cuidadosamente el alcohol, utilizando un innovador sistema de destilación al vacío y a baja temperatura, que respeta el vino minimizando la pérdida de sus características. Señalan que detrás de lo que vemos en las tiendas hay un exhaustivo proceso de investigación técnica y exigentes pruebas enológicas.
En cuanto al sabor, señalan por un lado que es difícil asimilar en estos productos las mismas características del cava, ya que no ha disfrutado de crianza. Como en el caso de los vinos, la falta de alcohol conlleva una pérdida de volumen, de densidad, que se ve compensado por un sabor a mosto o zumo de uva concentrado, según Codorniú. Desde Freixenet explican que han conseguido un sabor muy cercano al del cava y que recuerda a sabores tropicales o cítricos con un buen equilibro de acidez.
¿Y qué pasa en este caso con la denominación? Los dos grandes productores mantienen sus diferencias: Freixenet aclara que no se puede denominar al producto cava, sino vino espumoso sin alcohol. Codorniú, sin embargo, señala que no se le puede llamar vino por no tener un contenido mínimo de alcohol y que se etiqueta como alimento con información nutricional.