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¿Por qué hay personas a las que el estrés les da hambre y a otras les quita el apetito? La ciencia explica los motivos de esta diferencia

Imagen de archivo. | Fuente: Freepik

En numerosas ocasiones habremos visto cómo alguien suele recurrir a la comida en momentos de mucha felicidad o mucha tristeza, generalmente emociones que presentan cierto nivel de estrés. Sin embargo, en otras ocasiones suele ocurrir todo lo contrario, donde en determinadas situaciones ingerir ni siquiera agua resulta especialmente complejo.

El estrés ha sido considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la "epidemia del siglo XXI", puesto que según las estadísticas, nueve de cada diez personas han experimentado esta enfermedad en el último año y casi la mitad de la población lo sufre de forma continua. No obstante, cabe destacar que existen dos tipos de estrés diferenciados, el estrés agudo y el estrés crónico o psicosocial. La diferencia entre ambos radica en que, mientras que el primero suele manifestarse de forma puntual, el segundo suele perdurar más en el tiempo.

Asimismo, el estrés en cada individuo suele manifestarse de una forma diferente, influyendo de forma física, en el estado de ánimo o sobre el comportamiento. En referencia a esto último, es lo que puede hacer que se produzca o bien un aumento de la ingesta de alimentos o bien otros dejan de comer directamente.

La mayoría de personas con estrés comen menos

Algunos estudios sugieren que entre el 35 y el 40 % de las personas tienden a comer más cuando experimentan estrés mientras que aproximadamente un 60 % reduce de forma considerable la ingesta. Si bien aunque no existe una explicación única a esto, las investigaciones apuntan a que podría tratarse de una respuesta del organismo con la liberación de determinadas hormonas.

Las situaciones estresantes dan lugar a una liberación de adrenalina y noradrenalina, unas hormonas que suprimen el apetito temporalmente. Estas hormonas se liberan como forma de "supervivencia" ante una amenaza puntual, por lo que el organismo ha de concentrar toda la energía para hacer frente al elemento estresor en lugar de preocuparse por la alimentación.

No obstante, en situaciones de estrés crónico, las hormonas que regulan el apetito como es el cortisol o la corticotropina pueden generar un aumento de la ingesta de alimentos, de ahí que ciertas personas con mucho estrés tiendan a ver su peso aumentado. A esto se añade que determinadas personas con mucho estrés suelen preferir alimentos ricos en grasas y azúcares. Por último, el estrés es una situación negativa, mientras que determinadas comidas suelen dar una sensación de bienestar general.

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