
¿Sabías que la ira puede llegar a "secuestrarte"? Esto es lo que se conoce como el "secuestro de la amígdala cerebral" y se trata de una respuesta súbita y desmedida a estímulos reales, provocados por una percepción emocional mucho más amenazante de lo que de verdad es. Aunque en muchas ocasiones este tipo de reacciones no son controlables, la realidad es que puede tener un impacto perjudicial en la salud, de ahí la importancia de, al menos, saber gestionarla.
"Se dice que hay veces que el cerebro responde y hay veces que el cerebro reacciona. Lo ideal es que el cerebro responda, pero normalmente reacciona, es decir, responde muy rápido", explica la neurocientífica española e investigadora del Laboratorio Nirakara-Lab, Nazareth Castellanos, al medio BBC.
Generalmente, ante un estímulo negativo, como puede ser una crítica externa, un insulto o que algo no salga de la forma que queríamos, por ejemplo, este tipo de información llega al cerebro y pasa por la amígdala, una estructura que ayuda a regular las emociones. Si previamente a recibir estos estímulos estamos en una situación de estrés o ansiedad, la reacción suele ser más rápida, lo que hace que sea más exagerada.
Ocho minutos de ira
Es en este momento cuando "puedo decir cosas de las que me arrepiento, hay gente a la que le puede dar un infarto. Es el circuito amígdala, hipocampo, corteza frontal. Pero en este caso, el que más voto, el que más peso tiene es la amígdala", aclara Castellanos.
Un estudio elaborado en 2024 por el cardiólogo y profesor de medicina de la Universidad de Columbia, Daichi Shimbo, advierte de que sentir ira durante al menos ocho minutos puede aumentar de forma significativa el riesgo problemas cardiovasculares a largo plazo. En este tipo de situaciones, aumentan las respiraciones, la presión sanguínea y el pulso, lo que puede influir en el sistema cardíaco general. Aunque también tiene efectos a nivel digestivo, estos suelen manifestarse más lentamente.
Cómo gestionar el enfado
Las emociones que se originan como reacción a una situación que consideramos injusta, lo que lleva a que tengamos la necesidad de tomar acción. El problema es que muchas veces no sabemos gestionar este enfado para lograr resolver el conflicto. No obstante, existen una serie de técnicas que pueden ayudar a gestionar esta ira:
- Hacernos preguntas: ¿qué es lo que me ha enfadado?
- Procurar controlar la respiración.
- Repetir varias veces una palabra sin connotaciones, como vaso, mesa…
- En el caso de los más pequeños, enseñarles a gestionar esta ira, sin reprimirla, ya que es un proceso natural de crecimiento.
En cualquier caso, también en los adultos lo más importante es aprender a gestionar la ira y no contenerla. Además, cabe destacar que la salud mental está estrechamente relacionada con la salud física, de ahí la importancia de procurar mantener un estilo de vida saludable, combinando una dieta equilibrada con la práctica habitual de ejercicio.
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