
La manzanilla es una familia de plantas parecidas a las margaritas. La ciencia dice que existen más de 200 fitoquímicos en esta planta, destacando los flavonoides y terpenos. Goza de gran popularidad en todo el mundo, destacando sus propiedades curativas, por su sabor y aroma.
Lleva años siendo la infusión por excelencia para los dolores, especialmente estomacales, y para ayudar a la relajación. La manzanilla es considerada una infusión y no un té. Este dato es importante porque su diferencia es que no contiene teína, por lo tanto, no es estimulante para nuestro sistema nervioso.
Destaca por su capacidad digestiva y sus propiedades antiinflamatorias, según un informe de la Universidad de Londres. Esto alivia los malestares estomacales y sus antioxidantes contribuyen a regular la velocidad de la digestión de los hidratos de carbono en la glucosa.
Según el medio Health Line, la capacidad antiinflamatoria de la manzanilla ayuda a que los músculos estomacales se relajen, reduciendo el dolor de los calambres y espasmos.
El momento ideal para tomar manzanilla dependerá de las necesidades que tengamos. Es decir, si nuestro objetivo es que nos ayude con la digestión deberíamos tomarla después de la comida. La manzanilla ayuda al organismo a metabolizar de forma más adecuada los alimentos por lo que puede ayudar a reducir las digestiones pesadas.
Hay personas que afirman que también ayuda a perder kilos (aunque no esté científicamente probado), en estos casos lo ideal sería antes de las comidas para reducir las ganas de comer.
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