
Las vitaminas son sustancias orgánicas complejas necesarias para el funcionamiento celular. Por ello son indispensables para nuestro organismo. Una de las más conocidas es la vitamina C, vital para el crecimiento y reparación de tejidos de todo el cuerpo.
Esta sirve para formar una proteína importante, el colágeno, que se utiliza para producir la piel, los tendones, los ligamentos y los vasos sanguíneos. La vitamina C sana las heridas y forma el tejido cicatricial, repara y mantiene el cartílago, los huesos y los dientes.
Esta vitamina es un antioxidante que protege a las células contra el daño causado por los radicales libres, que se producen cuando el cuerpo descompone los alimentos o está expuesto al humo del tabaco y la radiación del sol. Estos radicales libres y su acumulación, intervienen en el proceso de envejecimiento y puede influir un papel en el cáncer, enfermedades del corazón. Otra de las funciones de la vitamina C es ayudar al cuerpo a absorber y almacenar el hierro.
Alimentos ricos en vitamina C
Nuestro cuerpo no produce esta vitamina al ser hidrosoluble, esto quiere decir que se disuelven en agua, por lo que las cantidades sobrantes salen del cuerpo a través de la orina. Aunque el cuerpo guarde una pequeña cantidad hay que obtenerla a través de los alimentos ricos en vitamina C. Algunos ejemplos son los cítricos, las bayas, las patatas, los tomates, los pimientos, el repollo, las coles de Bruselas, el brócoli y las espinacas. Se puede tomar en forma de cápsulas.
Se recomienda una dosis diaria de 75 miligramos de vitamina C en mujeres adultas y de 90 miligramos en hombres adultos.