
Hay muchas personas que no son capaces de acabarse sus bebidas, ya sean en taza o vaso, y siempre dejan el último sorbo, ya sea por su temperatura, textura o sabor. Siempre se ha pensado que es una manía, sin embargo, algunos estudios psicológicos sostienen que tiene una explicación.
La farmacéutica Elena Monje (inFARMArte), lo explica: "Esto tiene base psicológica (...) estos residuos activan circuitos cerebrales que están relacionados con la aversión al asco".
Según expone, se trata de un mecanismo de la evolución humana, destinado a evitar enfermedades y asegurar la supervivencia de la persona: "La aversión al asco está muy relacionada con el instinto de evitar la contaminación, aunque no haya una amenaza real".
Así pues, pese a que no suponga una amenaza real, el cerebro asume ese último trago como algo peligroso para nosotros, que podría deberse a que lleva mucho tiempo dentro del vaso, y es lo que nos impide bebérnoslo igual que el resto de la bebida.
Esto puede suceder tanto con bebidas frías como calientes, especialmente aquellas que se diluyen con hielo o dejan restos (como los posos del café).
Asimismo, también se puede dar con comida que se haya quedado fría o simplemente que lleve mucho tiempo servida o cocinada.