Todas las personas a lo ancho y largo del globo tienen derecho al más alto nivel posible de salud física y mental, tal y como recoge la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ante ello, los distintos gobiernos tienen una obligación. Los países, mediante leyes y políticas, deben garantizar el acceso universal a unos servicios de salud de calidad y abordar las causas profundas de las disparidades en materia de salud, incluidas la pobreza, la estigmatización y la discriminación.
La OMS establece cuatro elementos esenciales que incluye el derecho a la salud y están interrelacionados. El primero de ellos es la disponibilidad, que hace referencia a la necesidad de disponer de un número suficiente de establecimientos, bienes y servicios de salud en funcionamiento para toda la población. Otro elemento es la accesibilidad. Esto se refiere a que los establecimientos, los bienes y los servicios de salud sean accesibles para todos. Tiene cuatro dimensiones: no discriminación, accesibilidad física, accesibilidad económica y accesibilidad de la información (importante para las personas con discapacidad).
El tercero es la aceptabilidad, que hace referencia al respeto a la ética médica y a lo que resulta apropiado desde un punto de vista cultural, así como a la sensibilidad hacia las cuestiones de género. "La aceptabilidad requiere que los establecimientos, los bienes, los servicios y los programas de salud se centren en la persona y den respuesta a las necesidades concretas de diversos grupos de población, de conformidad con las normas internacionales de ética médica relativas a la confidencialidad y el consentimiento informado", indica la OMS. Por último está la calidad, un componente clave de la cobertura sanitaria universal (CSU). Los servicios de salud de calidad deben ser seguros, eficaces, centrados en la persona, oportunos, equitativos, integrados y eficientes.
Con la mirada puesta en la salud universal, el sistema sanitario se encuentra con distintos desafíos. Uno de ellos es la resistencia a los antibióticos (RAM), algo que la OMS ha declarado como una de las diez amenazas mundiales para la salud. Ya en 2016, el Grupo Banco Mundial alertó de que para 2050, las infecciones resistentes a los medicamentos podrían causar daños económicos similares a los de la crisis de 2008. De hecho, la misma entidad estima que si no se toman medidas, entre 2025 y 2050 la RAM será responsable 38,5 millones de muertes y un aumento de los costes económicos hasta 159.000 millones de dólares por año a nivel mundial.
Por otro lado, Europa se enfrenta a un cambio profundo demográfico, que nos lleva al envejecimiento de la población. Se estima que la proporción de personas mayores de 65 años en la Unión Europea aumente del 21% en 2023 al 29% en 2050. Ante esta situación es necesario promover una longevidad saludable que pueda reducir la carga que pesa sobre la salud y los cuidados de larga duración, lo que serviría también para aliviar el sistema sanitario.
Hacer frente a la escasez de personal sanitario es uno de los retos del Viejo Continente. Así lo refleja el informe Panorama de la salud: Europa 2024, elaborado por la OCDE. Los países de la UE notificaron escasez de médicos en 2022 y 2023, mientras que quince países indicaron escasez de enfermeros.
"El doble reto demográfico que supone el envejecimiento de la población, que aumenta la demanda de servicios sanitarios; y el envejecimiento de los trabajadores del sector sanitario, que aumenta la necesidad de sustituir a los trabajadores sanitarios actuales a medida que se jubilan, son factores clave en este déficit. Más de un tercio de los médicos y una cuarta parte de los enfermeros de la UE tienen más de 55 años y se espera que se jubilen en los próximos años. Al mismo tiempo, el interés de los jóvenes por las carreras de salud está disminuyendo, y el interés por la enfermería se ha reducido en más de la mitad de los países de la UE entre 2018 y 2022. La planificación del personal sanitario es esencial para orientar la elaboración de políticas y garantizar que el personal sanitario sea suficiente y cuente con las capacidades necesarias", señala el informe.
Para abordar esta crisis de personal, a corto plazo, es necesario una mejora de las condiciones de trabajo y remuneración para aumentar el atractivo y retener a los trabajadores del sector. Con un impacto a medio y largo plazo, también es necesario un aumento de las oportunidades de educación y formación para nuevos médicos y enfermeros para impulsar la oferta. "Dada la lenta tasa media de crecimiento de solo el 0,5% anual del número de nuevos licenciados en enfermería en la UE entre 2012 y 2022, atraer a un número suficiente de jóvenes para satisfacer la creciente demanda representa un reto importante", apunta el estudio.
En este contexto, la inversión es clave para trabajar y garantizar el sistema universal de salud y poder hacer frente a los desafíos a los que se enfrentan los distintos países y sistemas sanitarios.