
Uno de los elementos que más usamos del baño son las toallas. Con ellas nos secamos cuando nos duchamos, nos lavamos las manos, los dientes o la cara. Al usarse, absorben el agua, guardando humedad.
No solo acumulan agua, sino también células muertas de la piel, aceites corporales y residuos de productos para el cuidado de la piel. Esto genera un ambiente húmedo y cálido, un escenario perfecto para que puedan surgir bacterias, hongos y otros microorganismos.
Al igual que las sábanas, la periodicidad con la que lavar las toallas genera debate y dudas. En Reino Unido realizaron una encuesta a 2.200 adultos preguntando por la frecuencia por la que debían meter a la lavadora estas prendas pero nadie lo sabía con seguridad.
De la encuesta salió que una de cada cinco personas las lavaba una vez al mes, un 25% lo hacía una vez por semana, una de cada 20 tras cada baño y el 44% dijo que lo hacían cada tres meses. Aunque se vean limpias de apariencia, acumulan gérmenes, siendo un peligro para la salud.
Lo ideal sería lavarla al menos una vez a la semana. Sin embargo, el microbiólogo y profesor de la Universidad de Nueva York, Philip Tierno, contó en The Wall Street Journal que una toalla puede acumular bacterias después de dos o tres usos. Por lo que recomienda lavarlas después de utilizarse esas veces. Aconseja que si huelen mal significa que hay microbios que están creciendo e indica que se debe lavar.
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