El trastorno de la personalidad dependiente se caracteriza por la necesidad generalizada y excesiva a ser cuidado y atendido. Es un estado mental en el que una persona tiene un apego excesivo hacia las demás personas para satisfacer sus necesidades emocionales y físicas.
Estas personas tienen rasgos de sumisión o adhesión, con la necesidad continua de ser cuidado y con un gran miedo a ser abandonados. Por lo que en ocasiones pueden llegan a aguantar defectos, infidelidades, maltrato... para no mostrar su desacuerdo y perder a esa persona, algo que le puede llevar a tener relaciones tóxicas o dañinas.
Buscan la seguridad y protección que no tienen por sí mismas en otras personas. Suele ser un trastorno frecuente. No soportan la soledad, se sienten incómodos debido a sus inseguridades y tienen la necesidad de estar acompañados por alguien.
Qué define a una persona dependiente
Las características que definen a las personas dependientes son:
- Suelen ser personas muy tímidas e introvertidas.
- Problemas de autoestima. Sintiéndose infravaloradas.
- Personas muy inseguras.
- Muy sensibles antes las críticas.
- Falta de independencia.
- Dificultad para expresar desacuerdo con otros.
- Busca la aceptación de los demás.
- Dificultad para tomar decisiones sin el apoyo de otros. Sobre todo, si no reciben una cantidad exagerada de consejos y garantías de otras personas.
- Subordinación de las necesidades propias ante las de los demás.
- No son capaces de asumir responsabilidades.
- Evitan estar solos.
- Son muy pasivos en las relaciones interpersonales.
- Se sienten perturbados e impotentes cuando las relaciones terminan.
- Funcionan de forma adecuada cuando una persona competente les supervisa y aprueba.
- Dificultad para comenzar proyectos por sí mismos porque no tienen confianza en su juicio y/o habilidades.
- Están dispuestos a hacer todo lo posible (por ejemplo, realizar tareas desagradables) para obtener el apoyo de los demás.