
La dietista-nutricionista y doctora en Medicina y Salud Pública por la Universidad de Granada, Gabriela Pocoví, explicó en una entrevista a La Voz de la Salud que una de las afecciones más frecuentes hoy en día es la inflamación crónica, provocada por una mala alimentación, el estrés y la falta de sueño.
Muchos de los síntomas de la inflamación crónica están ya tan normalizados que no se les presta atención, tales como cansancio, retención de líquido, cambios de peso constantes, colon irritable, dolor de cabeza o malestar general. Si bien, esta experta ofrece una serie de hábitos que resultan infalibles para mejorar esta situación.
Grasas buenas
Lo primero que hay que hacer es cambiar la dieta, concretamente el tipo de grasa que se ingiere. Si bien, las grasas son esenciales para la salud de las personas, es importante escoger las más saludables como las monoinsaturadas y las poliinsaturadas, es decir, omega-3 y 6. Estas se encuentran en alimentos como el aceite de oliva, los frutos secos, el aguacate o el pescado azul.
Vinculado también con lo que comemos, es imprescindible aumentar la ingesta de fibra, puesto que este nutriente ayuda a reducir el colesterol y los niveles de azúcar en sangre, consiguiendo así un efecto antiinflamatorio. También el almidón resistente, es uno de los tipos de fibras prebióticas más interesantes, ya que sirven de alimento para la microbiota.
Alimentos de alto valor nutricional
La dietista también advierte de la importancia de priorizar aquellos alimentos con una alta densidad nutricional, entre los que se encuentran algunos como el hígado, las verduras de hoja verde, los huevos, las setas, los moluscos, las ostras, los alimentos fermentados, los pescados pequeños, los tubérculos o los frutos rojos, entre otros. En esta línea, una amplia variación de alimentos puede ser fundamental, ya que así "reduce la probabilidad de generar sensibilidades alimentarias".
Entre las recomendaciones, otra de ellas menos vinculada a la alimentación es la limpieza bucal. Una mala higiene puede hacer que los microorganismos migren y colonicen el tracto digestivo y el intestino. Un alimentación alta en procesados, harinas y azúcares afectará también negativamente a la microbiota oral.
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