
Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State) creó un dispositivo con apariencia de tirita que es capaz de identificar las emociones de las personas, cuyos resultados fueron publicados en la revista Nano Letters. Este aparato es recargable y tiene forma de pegatina, siendo capaz de medir factores como la temperatura de la piel, la humedad, la frecuencia cardíaca y los niveles de oxígeno en sangre, aun cuando la persona trate de fingir emociones distintas a las que siente.
A diferencia de los métodos de identificación tradicionales que tienen en cuenta únicamente el análisis de las microexpresiones faciales, este sensor interpreta un abanico más amplio de respuestas del cuerpo, lo que aumenta de forma significativa la precisión del diagnóstico emocional. "Confiar únicamente en las expresiones faciales puede ser engañoso. Por eso combinamos esos datos con señales fisiológicas clave, lo que conduciría a un mejor seguimiento y apoyo de la salud mental", declaró Huanyu Cheng, al medio EurkAlert!.
Este dispositivo se creó a partir de finas capas de metales flexibles como platino y oro, cortados en patrones ondulados que conservan la sensibilidad incluso aunque se doble, lo que evita cualquier tipo de interferencia. Además, presenta pequeños tubos de nanocarbono que detectan los niveles de humedad y temperatura de las tensiones generadas por los sensores faciales.
Datos transmitidos de forma inalámbrica
Una de las mayores particularidades de esto es que, además de ofrecer una imagen detallada del estado emocional del usuario, los datos se transmiten de forma inalámbrica en tiempo real, ya sea a una nube o a otros dispositivos móviles, sin almacenar información comprometida del propio usuario. Cada señal funciona de forma independiente, lo que permite obtener una lectura mucho más clara.
Este dispositivo, que funciona con inteligencia artificial, requirió de un "entrenamiento" basado en que ocho personas simularon seis expresiones faciales básicas como la felicidad, la sorpresa, el miedo, la tristeza, la ira o el asco, repitiéndolas 100 veces mientras el dispositivo monitoreaba los movimientos. Gracias a los datos recopilados se obtuvo una precisión de más del 96%, en un primer ensayo sobre las expresiones faciales. En un segundo ensayo sobre los factores fisiológicos, la precisión fue de más del 88%.
Emociones "invisibles"
Este hallazgo supone un avance para detectar aquellas señales "invisibles" en personas con graves afecciones psicológicas, que muchas veces tienden a ocultar sus emociones y/o a ser sinceras. "Este sensor puede desempeñar una función vital para reducir las brechas en el acceso a la atención médica", indicó Cheng.
También resulta especialmente útil para individuos que no tienen posibilidad de verbalizar las palabras, especialmente ante síntomas como la demencia o la sobredosis de opioides. Se plantea incluso su aplicación en el ámbito del deporte, analizando el rendimiento deportivo.
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