
La Organización Mundial de la Salud (OMS) hace un llamamiento serio ante, lo que considera, una de las mayores amenazas para la salud mundial. Y es que la lista de infecciones cada vez más difíciles de tratar o erradicar aumenta progresivamente a medida que los antibióticos van perdiendo eficacia entre sus dolientes.
El problema, que afecta a día de hoy directamente a enfermedades tan comunes como la neumonía o la gonorrea, ya se puso encima de la mesa en 2017 cuando la institución internacional elaboró una lista de patógenos prioritarios, en la que figuran 12 clases de bacterias -más el bacilo de la tuberculosis- que suponen un riesgo creciente para la salud humana porque son resistentes a la mayoría de los tratamientos existentes. La finalidad estaba clara: alertar y alentar a la comunidad mundial de investigación médica a que diseñaran y desarrollasen fármacos innovadores contra estas bacterias imbatibles.
La solicitud, seis años después, no ha calado como principal prioridad entre los grandes laboratorios médicos del mundo, pues en la actualidad solo se está trabajando en la investigación y el desarrollo de 50 nuevos antibióticos de los cuales 32 están concebidos para luchar contra patógenos considerados prioritarios por la OMS. Aunque la mayoría solo tienen beneficios limitados en comparación con los ya existentes, ya se puede confirmar que, al menos, dos de ellos sí son efectivos contra las bacterias gramnegativas multirresistentes, especialmente peligrosas porque se propagan con gran rapidez y requieren, por tanto, soluciones urgentes.
Existen muchas bacterias de este tipo, entre las que destacan por su exponencial propagación la Klebsiella pneumoniae y la Escherichia coli, pero todas actúan igual. En la mayoría de los casos pueden llegar a causar infecciones graves y a menudo mortales. Suponen claramente una amenaza para personas con sistemas inmunitarios debilitados o aún no plenamente desarrollados, como sucede con los recién nacidos, los mayores o las personas en tratamiento contra el cáncer, entre otros grupos de riesgo.
Ya con estos necesarios tratamientos en vías de desarrollo, los últimos informes de la OMS sobre la investigación de nuevos antibióticos más eficientes ponen, sobre todo, el foco en la NDM-1 (Nueva Delhi metalo-?-lactamasa 1) por ser especialmente resistente y porque además solo existen tres investigaciones al respecto. Esta enzima hace que las bacterias que la poseen, sean altamente resistentes a un gran número de antibióticos betalactámicos.
¿Este gran problema de salud pública que puede afectar a cualquier paciente, incluso de países desarrollados, podría ser la próxima pandemia mundial? No, si gobiernos y autoridades competentes en sanidad le dan la prioridad que merece y si, como explica la subdirectora general para la resistencia a los antimicrobianos de la OMS, Hanan Balkhy, se centra la inversión pública y privada en el desarrollo de tratamientos que sean eficaces contra las bacterias altamente resistentes. Porque se están agotando las opciones.