
España se encuentra a la cabeza a nivel mundial en el consumo de benzodiacepinas. El último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) indica que en 2021 el territorio español fue el que más consumió este tipo de fármacos. La prescripción de este tipo de fármacos es más frecuente en el sexo femenino de avanzada edad, concretamente un 72,1% , según indica el estudio sobre la prescripción potencialmente inadecuada de benzodiazepinas según criterios Stopp/Start premiado premiado por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
La JIFE indica que un promedio de 110 personas por cada 1.000 han una dosis de benzodiazepina al día. Se trata de un medicamento psicotrópico y sintético, usado en la medicina para tratar problemas de ansiedad, estrés o insomnio. Pueden provocar efectos en la salud como el efecto rebote si se consume por trastornos de ansiedad ya que la persona puede volver a experimentar los síntomas al finalizar el tratamiento. También puede producir tolerancia, abstinencia y problemas de adicción.
Las benzodiacepinas pueden clasificarse en tres tipos: de acción larga que actúa durante más de 24 horas, de acción intermedia que el efecto dura en el organismo entre seis y 24 horas, y de acción corta. Las que se prescriben con más frecuencia son las de acción intermedia, concretamente un 50,9%. Le siguen las de acción corta con un 43,7% y las de acción larga con un 15,7%. Por otra parte, los dos motivos más frecuentes de prescripción son la ansiedad y el insomnio, con un 51,3% y un 51,9% respectivamente, seguidos de la depresión (36,1%) y la agitación (7,2%). Únicamente un 14,4% se deben a otros motivos no registrados, según indica el estudio.
La población mayor de 65 años consume este tipo de medicamentos en un porcentaje elevado, un 50,5% son paciente entre 65 y 75 años y un 49,5% son mayores de 75 años. Ambos grupos son más susceptibles a los efectos adversos que puede presentar el consumo de las benzodiacepinas. El consumo excesivo, unido al uso sin control por parte del profesional a la hora de prescribirlo, "conlleva riesgos derivados de sus efectos secundarios como sedación, mareo, somnolencia o caídas, entre otros, que pueden empeorar la situación basal de los ancianos y perjudicar su calidad aumentando su morbilidad", indica una de las autoras del estudio, la doctora Cayetana Miguel de Juanes.
El estudio muestra un rechazo por parte de los pacientes a suspender estos fármacos en el tratamiento a pesar de conocer que las benzodiazepinas crean tolerabilidad y dependencia. "Desde la Atención Primaria deberíamos potenciar el uso de medidas no farmacológicas para tratar la sintomatología que refieren los pacientes como optimizar las medidas higienicodietéticas del sueño, ejercicios de relajación para la ansiedad o herramientas para gestionar emociones", indica la doctora Cayetana Miguel de Juanes. Además, añade que el problema de esto "es el tiempo". Abordar estas recomendaciones conlleva más del tiempo que los sanitarios tienen para atender a los pacientes. El tiempo medio por consulta es de siete minutos.
En el sistema sanitario de España no solo faltan profesionales en la atención primaria o en áreas especializadas como la pediatría, neurología o cardiología. También escasean los especialistas en salud mental. Este hecho más la medicalización de los problemas mentales son los principales ingredientes que contribuyen al aumento del consumo de psicofármacos. Los profesionales piden más terapias y menos pastillas para atender este tipo de cuestiones en la población.
Los problemas de salud mental no han parado de aumentar en los últimos años. Además, el hecho de acudir al psicólogo está dejando de ser un tabú en la sociedad. Los expertos indican que las consultas han aumentado un 50% desde el año pasado, es decir, se han duplicado. No obstante, se encuentra una tendencia a a hora de escoger el tipo de consulta. Las personas tienden a elegir el sector privado por dos factores: la rapidez y la frecuencia entre sesión y sesión. Sin embargo, no todo el mundo puede permitirse dirigirse al sector privado. El precio de consulta oscila entre los 60 y 70 euros.