
Fue una tormenta seca que potenció una crisis como pocas veces se ha visto: una histórica falta de agua, unos precios disparados por la pandemia y la guerra, y unos tipos de interés elevados, que ahogaban las deudas. Tras una de las peores sequías que ha sufrido el campo español en los últimos años, las lluvias del invierno y la caída de los precios de la energía y el combustible han alimentado la esperanza en el sector de la agricultura y, en concreto, en la producción del aceite de oliva. El consejero delegado de Deoleo, Cristóbal Valdés, afirmó a la CNBC que desde ese momento se ha producido "un cambio importante".
El mayor productor de aceite de oliva del mundo ve lo peor de la tormenta desde el retrovisor. "Lo que fue uno de los periodos más difíciles de nuestra historia —marcado por la escasez de materias primas, la elevada volatilidad de los precios y el descenso del consumo— está dando paso a un panorama de mercado más normalizado y prometedor", declaró Valdés a CNBC. La firma prevé que los precios se mantengan contenidos durante el segundo semestre de 2025.
El otoño será clave
La producción de alimentos como el aceite de oliva es muy sensible a la estacionalidad del agua y de las temperaturas. El aumento de las lluvias en el invierno y la primavera han favorecido que los cultivos de secano, como el grueso del olivar español, anticipen una producción de mayor calidad; pero esta puede verse perjudicada si durante el verano se producen múltiples episodios de calor con temperaturas por encima de los 40ºC o si en el otoño se adelantan las nevadas.
El grueso de la cosecha de aceite y aceitunas en el Mediterráneo se realiza a partir de octubre. Dependiendo de la etapa de maduración del fruto y del destino, se sacan los diferentes tipos de producto: aceite de oliva virgen extra temprano (octubre fundamentalmente), aceite de oliva virgen (noviembre), aceitunas de mesa (septiembre-octubre), etcétera.
Para la campaña siguiente, Deoleo cree que habrá una cosecha decente: "Nuestras perspectivas son, por tanto, prudentemente optimistas". La anterior producción ya supuso un alivio para el campo. Según cifras del Ministerio de Agricultura, en España se produjeron en la temporada 2024-2025 más de 1,4 millones de toneladas de aceite de oliva, en línea con la extracción de aceite de las campañas anteriores a la sequía, cuando llegó a bajar a 666.000 toneladas en la campaña de 2022-2023.
Una campaña más beneficiosa que la última junto a una contención de los precios de los alimentos podría reducir el precio de la botella de aceite de oliva en el supermercado, que llegó a superar los 12 euros el litro para el consumidor final en 2022, en medio de la crisis inflacionista.