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Provacuno: "La pérdida de animales en Europa y la demanda del Norte de África elevaron el precio del vacuno"

Javier López, director de la patronal Provacuno.

El sector de la carne de vacuno facturó el año pasado 4.641 millones, un 15% más, en un contexto de subida de precios por la falta de animales, cuyo censo cayó un 2%. Javier López, director de la patronal del sector, Provacuno, analiza la situación del mercado en 2025.

¿Qué resultados esperan obtener en 2025?

Probablemente vayan un poco a la baja, porque todos los factores que subieron los precios el año pasado van a repercutir en la producción neta de 2025. Se ha producido un desajuste bestial entre oferta y demanda.

¿Dónde está el origen de este desequilibrio y subida de precios?

No hay una única causa. La anterior Comisión Europea adoptó políticas absolutamente desincentivadoras de la producción. La estrategia De la granja a la mesa de 2020, fue un tiro en el pie para una ganadería europea a la que mencionaban de manera siempre negativa. En España hemos tenido dos años de sequía consecutivos, en 2022 y 2023, que provocaron el sacrificio de muchas vacas madres para mantener la producción de carne. Una vaca que no está, no pare y no produce terneros para carne. Además, tuvimos episodios de Enfermedad Hemorrágica Epizoótica que causó bajas y problemas reproductivos. Así llegamos al desajuste entre la producción y una demanda en hogares que, desde 2023, ha invertido la curva descendente, justo con los precios más altos.

Una demanda que crece tras años de promoción de alternativas vegetales...

Estas fueron el santo y seña de la anterior Comisión Europea. Ahora estamos viendo que el dinero de los fondos de inversión para apoyar ese tipo de alimentación, de esos ultraprocesados vegetales, se está retirando por falta de recorrido.

Y a esto se suman el tirón de las cadenas de hamburguesas.

En restauración la carne de vacuno siempre ha funcionado y ahora, con la cultura de las hamburguesas, aún más. Pero estos son factores internos a los que se suma otro externo, el de la creciente demanda de los países del Norte de África, empezando por Marruecos y terminando por Turquía. Por ejemplo, en menos de un año, Argelia ha comprado 26.500 toneladas de animales y de carne española. El norte de África está pagando más que Europa por la carne.

¿Qué solución tiene a corto plazo esta falta de animales?

A corto plazo ninguna, porque toda Europa está igual. Hace años, cuando existía un problema coyuntural de falta de animales en España, se acudía a Polonia u otro país del Este de Europa. Pero ahora, como nosotros, ellos están vendiendo a Turquía u otros países que pagan más. Libia, Marruecos, Argelia, Líbano, son países donde dedican mucho más porcentaje de su renta a alimentación y sus autoridades no se pueden permitir que esas sociedades pasen hambre.

¿Debe girar el peso de la exportación hacia esa región?

El problema del Norte de África es que son mercados relativamente inestables, por lo que seguimos centrados en países europeos como Portugal, Italia, Francia y Grecia. Antes de la irrupción de Argelia, estábamos creciendo en Filipinas, Japón y otros países de Asia. Europa y África importan canales y los asiáticos valoran más los cortes o piezas que aquí se valoran menos, como lengua, tendones o corazón.

Algunas industrias, como la hostelería, miran el acuerdo con Mercosur como solución ¿Les preocupa?

Ahora mismo Mercosur no es el mayor de los problemas. Que esté entrando carne que no cumple los requisitos europeos es algo que ya ocurre con el visto bueno de quien mira para otro lado. Lo que el productor europeo no puede hacer, el de Mercosur sí, generando una enorme diferencia de competitividad.

¿Es imposible tener una ganadería sostenible ante esta competencia?

Imposible no, pero cuando se liberaliza el mercado tienes que jugar con unas reglas de juego equivalentes. Si juegas una partida de póker con alguien que tiene todas las cartas marcadas, lo tienes difícil.

"Debemos explicar mediante campañas las diferencias de producción que hacen a esa carne procedente de Mercosur más competitiva"

¿Las cláusulas espejo servirían?

Llevo 27 años en el sector y desde el principio escucho hablar de las cláusulas espejo, pero ni están ni se las espera. Lo que tendremos que hacer es una campaña potente a nivel español y europeo explicándole al consumidor que si compra carne de Mercosur, posiblemente esté hormonada, con antibióticos promotores del crecimiento, esterilizada por irradiación o por cloros, etc. Hay que explicar las diferencias del sistema de producción que hacen que esa carne sea más competitiva.

¿Y el consumidor europeo está dispuesto a pagar más por esa diferencia?

El europeo, en su mayor porcentaje, ahora mismo se mueve por dinero única y exclusivamente. Busca un producto barato sin problemas sanitarios. El consumidor europeo lleva años siendo exigente en cuanto al sistema de producción, pero rácano con el dinero.

¿El nuevo escenario internacional podría varias la agenda medioambiental europea?

Todos tenemos que mejorar para reducir la huella de carbono y que la producción sea eficiente. La agenda medioambiental no preocupa por sí misma, si no porque esté generando normas que, lejos de reducir la huella ambiental, actúe de freno a la ganadería. Un ejemplo es la limitación a instalaciones de mayor tamaño, que en otras regiones serían micro explotaciones. Aquí se limita el crecimiento de la granja en lugar de centrarse en poner requisitos para que sea sostenible.

¿Perciben un cambio de sensibilidad en Bruselas?

Esta Comisión es completamente diferente. Están viendo el desastre que se está produciendo en Europa, donde en el último año se han perdido un millón de vacas de un censo de más de 30 millones. Los ganaderos no tienen incentivos para continuar su producción ante tanta normativa que les convierte en administrativos.

¿La creación de grandes grupos podría ser una solución?

La PAC en la que estamos, que teóricamente perseguía favorecer las pequeñas instalaciones y la agricultura familiar, lo que está provocando es que la producción se esté agrupando en diversos modelos asociativos. Sobre todo a través de las cooperativas, que creo en vacuno de carne tienen un papel fundamental que jugar. La industria cárnica tiene cada vez más claro que debe tener producción propia y un modelo integrado para no acudir al mercado para buscar animales. Aunque el sector de cebo estaba ya profesionalizado, a medida que tiene más volumen, deben buscar más acciones para recuperar subproductos ligados a su actividad para sacarles un rendimiento, algo que demuestra claramente la circularidad del proceso en el sector vacuno.

¿El vacuno seguirá el mismo proceso de concentración que el porcino?

Podría seguir el mismo camino, pero más despacio y con salvedades. Se puede hacer posiblemente en la industria cárnica y en cebaderos. Pero en el sector de las vacas nodrizas es infinitamente más difícil conseguirlo, porque son instalaciones ligadas a la superficie y un sistema completamente distinto donde la integración al uso es mucho más complicada. Ese movimiento de concentración lo veo más factible a través de las cooperativas a la hora de lograr mejoras en las instalaciones o incorporar mano de obra que ayude al productor de una cierta edad para garantizar el relevo.

¿Ha cambiado la percepción del consumidor en torno al consumo de carne?

Desde Provacuno hemos hecho un gran trabajo a la hora de trasladar a la sociedad nuestra realidad, ni más ni menos. Y nuestra realidad es que no podemos prescindir de la carne en la alimentación humana. Las consecuencias de suprimirla en una dieta conduce a un desequilibrio que acaba teniendo consecuencias.

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