
Diez años de tenacidad han servido para que la pequeña firma de biotecnología salmantina Tebrio haya logrado captar la financiación necesaria para levantar un macroproyecto a las afueras de la capital del Tormes destinado a cría de una especie poco común en el panorama ganadero charro. El Tenebrio molitor, más conocido como gusano o escarabajo de la harina por prosperar en entornos dedicados al cultivo de cereales, es el protagonista del sueño empresarial de Adriana Casillas y Sabas de Diego.
Al fundar Tebrio, este ingeniero químico y esta experta en gestión de empresas artísticas y agroalimentarias, supieron adelantarse a las tendencias antes de que la Unión Europea aprobara el uso alimentario de determinadas especies de insectos, tanto para consumo animal como humano, entre ellos, los Tenebrio Molitor que empezaron a criar en casa en su primera etapa.
El proyecto arrancó frente a una sucursal de la quebrada de Bankia, confiesa Casillas, para comprar a un particular una primera caja con gusanos de la harina por un precio que debió de rondar los 40 euros.
"A uno de ellos, que veía la tele con nosotros, incluso le bautizamos como Liborio", recuerda Casillas. Tras la corta vida de Liborio -la especie vive un máximo de 16 meses-, llegaron millones de descendientes y una primera planta de producción para desarrollar su modelo basado en la sostenibilidad, la innovación y un papel complementario en el sector de la alimentación animal. La firma se enfoca en la producción eficiente de insectos y la contribución a un sistema alimentario más sostenible.
Su modelo de negocio se basa en la cría de este insecto para la producción de proteína de alta calidad y de lípidos para la elaboración de productos destinados a alimentación animal, biofertilizantes 100% orgánicos y quitosano, un polímero derivado de la quitina presente en los exoesqueletos de estos escarabajos, con aplicaciones en los sectores farmacéutico, cosmético y de bioplásticos.

"Somos una ganadería del siglo XXI, un nuevo concepto que no se puede entender desde la óptica de la ganadería tradicional", explica Adriana Casillas, consejera delegada de Tebrio, "ya que hablamos de millones de animales muy pequeños que se reproducen muy rápidamente y tienen una vida muy corta, por lo que empleamos procesos automatizados y usamos tecnología big data e inteligencia artificial. Se alimentan de subproductos de cereales que no entran en competencia con la alimentación humana o animal, básicamente las cáscaras, a las que añadimos otros ingredientes orgánicos y de origen natural para que nuestro producto marque una diferencia interesante en el mercado".
Ante las posibles reticencias en cuanto al bienestar animal que pudiera suscitar entre colectivos animalistas la asociación del proyecto al término macrogranja, su impulsora aclara que es un aspecto que se debe abordar desde el punto de vista de las necesidades del insecto, no desde una perspectiva antropocéntrica. "Los gusanos de la harina viven naturalmente en grupos, buscando calor, nacen en graneros y prefieren la oscuridad, por lo que no necesitan hectáreas de extensión. para vivir No podemos tener la misma perspectiva que podríamos tener si estamos hablando de cerdos o de pollos", explica. "Además, estamos desarrollando junto con la Comisión Europea una guía de bienestar animal".
De una primera planta de producción del gusano de la harina, la firma pasará en los próximos años a un gran complejo de 90.000 metros cuadrados en el nuevo Puerto Seco de Salamanca, donde aspira a alcanzar una producción de más de 100.000 toneladas anuales de diferentes productos, tras invertir más de 110 millones de euros gracias a la captación de inversión tanto pública como privada. El complejo contará con cinco fases dedicadas a la cría del animal y otra sexta para su transformación, la primera de las cuales se espera que esté terminada a finales de este año.
"Nosotros no trabajamos para consumo humano directo, aunque las funcionalidades de los insectos en alimentación tienen mucho qué decir y ahí es donde entramos nosotros", explica Casillas ante un posible rechazo del público a consumir carnes de animales alimentados con piensos elaborados con Tenebrio Molitor. "El problema del público final es meterse un insecto en la boca directamente", aclara. "Hay que recordar que en las piscifactorías usan piensos elaborados con pescados que también come insectos, que son un alimento totalmente natural. En alimentación animal nosotros no queremos sustituir nada, sino complementar aquellas materias primas que ya se usan para elaborar piensos, mayoritariamente soja o harinas de pescado".