
El pasado mes de septiembre, el Gobierno de Noruega sacó a la palestra un nuevo impuesto a los productores de salmón que debía entrar en vigor el 1 de enero de este año. Aunque aún faltan perfilar detalles de la norma y el texto tiene que pasar por el Parlamento (su aplicación sería retroactiva desde el inicio de año), la decisión ha sido un quebradero de cabeza para las empresas afectadas y amenaza con afectar seriamente a los consumidores.
La propuesta del gobierno noruego pasa por introducir un impuesto sobre los recursos para el cultivo de salmón y trucha del 40% a partir del año 2023 para volúmenes superiores a las 4.000-5.000 toneladas. Cuando la producción sea inferior a esa cantidad, quedarían exentas. Se estima que entre el 65 y 70% de las empresas acuícolas en Noruega producen menos de esos volúmenes, pero los gigantes del sector, que cotizan en bolsa, ya se han visto perjudicados.
La idea del ejecutivo noruega es aplicar un alto gravamen por utilización de los recursos naturales como ocurre con la industria petrolera. Según las estimaciones del gabinete, los ingresos anuales que se recibirán por este concepto serán de entre 33.650 y 33.800 millones de coronas noruegas (más de 3.000 millones de euros). De estas cantidades, el Gobierno prevé que la mitad se destine a los ayuntamientos, "dado que es razonable que la sociedad reciba una parte de se rendimiento extraordinario generado por la explotación de los recursos que se realiza en fiordos y áreas marinas que pertenecen a la comunidad", informe el portal del sector de la acuicultura Ipac.
De salir adelante la propuesta, la tasa impositiva total para el cultivo de salmón y trucha, según las estimaciones de la industria, alcanzaría el 62%. Estas perspectivas han minado a los dos grandes del sector, también los dos colosos de la bolsa noruega. Tanto Mowi como SalMar han visto lastradas sus cotizaciones desde que el gobierno anunció sus intenciones. En los últimos 12 meses, Mowi ha perdido más de un 14% y SalMar más de un 30%.
El impuesto tuvo un efecto paralizador inmediato en la industria cuando se anunció por primera vez en 2022, con las empresas despidiendo trabajadores y cancelando las compras de permisos de cultivo planificadas y las de capacidad de licencia a medida que se suspendía la inversión en el sector.
"Es un impuesto que grava a las empresas acuícolas, unas empresas que crean valor y trabajo en la costa de Noruega", expuso la directora ejecutiva de SalMar, Linda L. Aaase, quien advirtió de que "un impuesto como este tendría un efecto dominó negativo también muy significativo sobre todas las industrias vinculadas a industria de la acuicultura y los empleos que genera".
En el camino, ha habido tiras y aflojas e intentos por parte del gobierno de suavizar la norma. En un principio se propuso que el impuesto se basara en los precios de los productos básicos del salmón, y no en el precio real de venta del pescado. La propuesta se topó con la oposición de los piscicultores, con su suspensión de inversiones y su aviso de despidos masivos. El desajuste entre los precios de cambio y los precios de venta ha paralizado en gran medida el mercado de contratos a largo plazo, muy utilizado en la industria.
Pero el Gobierno se aferra al uso de un precio estándar para calcular el impuesto y hasta ahora no se ha mostrado dispuesto a reducir la escala de la propuesta. "Siempre ha quedado claro que el precio debe ser real y reflejar un precio de mercado independiente", declaró en un comunicado el Ministro de Hacienda, Trygve Slagsvold Vedum. "Un precio estándar debe tener en cuenta las diferencias de calidad y tamaño del pescado. La intención del Gobierno nunca ha sido que todo el salmón se valore al mismo precio", añadió.
Sin precios de mercado independientes, existe el riesgo de que las empresas puedan trasladar sus beneficios a otras partes del grupo que no paguen el impuesto sobre los recursos, defiende el ejecutivo. Un organismo independiente determinará el precio utilizado para la imposición con el fin de evitar que las empresas utilicen los precios de transferencia para minimizar los impuestos.
"Este cambio coincide con nuestras expectativas y debería reabrir el camino a la contratación anual, que se había detenido por completo desde que se anunció el impuesto y fue la razón clave por la que algunas empresas, incluida Leroy, tuvieron que despedir a trabajadores de sus unidades de procesamiento recientemente. La anterior estructura propuesta, desincentivaba a los agricultores a vender a futuro a precios que podrían ser inferiores a los futuros tipos al contado en Noruega, sobre los que podrían calcularse sus impuestos", valoran los analistas de Barclays en una nota para clientes.
Con las empresas aun dudando cómo se liquidará el impuesto en caso de salir adelante en el Parlamento, el enfrentamiento amenaza con llegar al consumidor. No tanto porque las empresas trasladen rápidamente el coste del impuesto a los consumidores -el gravamen es en función del precio real de venta-, como porque el descenso en sus inversiones de estos grandes del sector reducirá la oferta, lo que impactará en los precios. No obstante, más allá de una posible alza en los precios, hay que calibrar si unos consumidores ahogados por la alta inflación no optarán directamente por productos sustitutivos, produciéndose un recorte en la demanda.
Posible recorte de la demanda
"Históricamente, ha habido una correlación entre un crecimiento más lento de la oferta mundial y el aumento de los precios del salmón, aunque las perspectivas para 2023 se ven empañadas por el hecho de que la demanda de salmón podría debilitarse a medida que los consumidores se decanten por fuentes de proteínas mucho más baratas como el pollo y el cerdo, en nuestra opinión", remarca el equipo de Barclays liderado por Alex Sloane.
No obstante, reflejando las perspectivas de una oferta más ajustada, los analistas han elevado su hipótesis de precios para el año fiscal 2023 en 0,5 euros/kg hasta los 7,5 euros/kg: "En apoyo de esta opinión, observamos que los precios al contado del salmón parecen posicionados para una gran subida en la semana 47 de 2022, ya que el mal tiempo ha afectado a la oferta".
Este impacto en los precios puede notarse con fuerza en España. Según la encuesta elaborada por Ipsos para el Consejo de Productos del Mar de Noruega el pasado septiembre, el 79% de los españoles había consumido salmón en los últimos seis meses. Mientras tanto, el 50% de los consumidores había comido además sushi o sashimi elaborado con salmón en este mismo período. El salmón es el producto que más se consume y que más se conoce. El 81% de los españoles es capaz de identificarlo sin ninguna ayuda, según la misma fuente. Y el 42 % come salmón al menos una vez a la semana, una tendencia que se mantiene, ya que el consumo sigue siendo estable.
En unas declaraciones por esas fechas, el director en España del Consejo de Productos del Mar de Noruega, Björn Erik Stabell, señalaba que "actualmente, el salmón procedente de Noruega es líder absoluto con 1,4 millones de raciones elaboradas en nuestro país cada día".