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Cómo elegir estufa o calefactor portátil para soportar el frío: tipos, costes y características

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Inmersos en diciembre, podemos afirmar que el frío ya se ha instalado definitivamente en todo el país. Y si las temperaturas bajas no han llegado todavía a tu localidad, probablemente lo hagan durante los próximos días. Por ello, es conveniente acondicionar los hogares de la mejor forma posible.

Recientemente, en elEconomista difundimos un pequeño estudio, elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en el que comparaban los costes económicos en función de los diferentes sistemas de calefacción que pueden instalarse en un hogar. Calderas, radiadores eléctricos, acumuladores, etc. La principal conclusión de aquel análisis fue que tanto la calefacción con biomasa como la aerotermia son las opciones más ventajosas para ahorrar.

Sin embargo, es evidente que no todos los usuarios pueden afrontar el cambio de un sistema a otro de manera fácil, ya sea por cuestiones económicas, técnicas o administrativas. Y ahí, toca buscar otras soluciones.

Estufas y calefactores como complemento

Existen otras alternativas complementarias, como invertir en soluciones de aislamiento térmico, renovar nuestros equipos hacia modelos más eficientes o adoptar hábitos que mantengan mejor el calor en el hogar. Pero cuando todo eso resulta insuficiente, se puede recurrir al uso de calefactores o estufas portátiles.

Estos dispositivos son un buen complemento para calentar una estancia concreta cuando el sistema de calefacción resulta insuficiente por sí solo. Suelen ser baratos, pero presentan algunas desventajas, como el ruido que pueden generar, el peso y el espacio que ocupan, o la peligrosidad que pueden comportar.

Llegados a este punto, es importante recalcar que existen varios tipos de estufas y calefactores portátiles, con características diferenciadas. En este sentido, la propia OCU establece en su clasificación particular seis tipos diferentes: radiadores de aceite, termoventiladores, convectores, radiadores halógenos, estufas de gas butano o gas propano, y estufas de parafina.

Las estufas de butano, propano o de parafina son las más eficientes si lo que se busca es calentar estancias grandes, ya que pueden abarcar hasta 35 metros cuadrados. Funcionan quemando combustible para calentar el aire a su alrededor, y no requieren electricidad. Pero, en consecuencia emiten CO2 y otros contaminantes, por lo que solo deberían emplearse en estancias bien ventiladas. Su coste, de media, oscila los 150 euros en el caso de las estufas de butano y los 230 euros en el caso de que sea de parafina. Y sus respectivos gastos por hora de uso son de 0,503 y 1,804 euros, respectivamente.

Los radiadores de halógenos son quizá el tipo más habitual en los hogares. Estos distribuyen el calor por la radiación de infrarrojos que emiten sus tubos halógenos. Tienen la ventaja de que se calientan rápido y la particularidad de que dirigen el calor hacia donde estén enfocados. Sin embargo, poseen la desventaja de que cubren poca distancia. Su precio de compra está en torno a los 35 euros y su coste de uso está en 0.36 euros la hora.

Los radiadores de aceite se parecen a los radiadores de agua convencionales. Están rellenos de aceite que calientan mediante unas resistencias eléctricas. Como ventajas, aportan un calor agradable, son silenciosos y pueden calentar una estancia de hasta 20 metros cuadrados. Por contra, tardan bastante en hacer efecto y son grandes y pesados, por lo que cuesta moverlos. De media, pueden costar unos 70 euros y su uso puede costar unos 0,75 euros la hora.

Los termoventiladores son otro de los calefactores más comunes, gracias en parte a su reducido tamaño y facilidad de transporte. Son aparatos que emiten aire caliente al instante, pero son ruidosos y no están diseñados para usarse durante muchas horas seguidas. Además, hay que tener precaución si se utilizan en ambientes húmedos, como el cuarto de baño. Son baratos (unos 30 euros) e implican un coste de uso de unos 0,6 euros la hora.

Por último, los convectores son una opción similar a de los termoventiladores, más grandes y pesados pero menos ruidosos. Aunque son más caros (unos 60 euros de media), comportan los mismos gastos de uso.

Según la propia OCU, "lo mejor es comprar un calefactor eléctrico y olvidarnos de los de queroseno o gas. Además, pueden suponerte cierto ahorro si lo que quieres es no tener que encender la calefacción central en la casa".

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